21/12/20

Un nuevo despertar


El aprobar el cuarto y reválida supuso para mí un nuevo despertar a la esperanza. Había sido capaz de conseguirlo después de tantos años, de haber sido excluido de la posibilidad de volver a estudiar por la cerrazón interesada de los adultos. En este empeño, fue la mano tendida de un profesor (Joan Carulla) y la fe amorosa de Montse, que siempre ha creído en mí, lo que lo hizo posible. 
Me matriculo para iniciar el quinto curso de Bachillerato, en horario nocturno, en el Instituto Milà i Fontanals sito en la Plaça de Josep Maria Folch i Torres, próximo al paralelo. Las clases comenzaban a las cinco y treinta y finalizaban a las veintidós horas. Duraban cuarenta y cinco minutos. Por aquel entonces yo trabajaba haciendo muñecos de yeso para los comercios de santería, ó sea niños Jesús en diferentes poses y tamaños. Cobraba unas 900 Pts al mes, con lo que al pagar la pensión completa, me quedaban unas 50 Pts para todo el mes, es decir -en aquel tiempo fumaba- me quedaba lo justo para el café con leche, la pasta y un cigarrillo.
La satisfacción del bien hacer vino con las notas de final de curso. Había superado no sin dificultad un nuevo escalón en dirección a la cima, que para mí suponía superar el Bachillerato, y finalizado el mismo aprobar el Preu, lo que me facilitaría la culminación de un sueño largamente anhelado, que no era otro que la posibilidad del acceso a la Universidad y por ende ser aceptado en la Facultad de Medicina.
En septiembre me matriculé de nuevo en el Instituto de sexto y reválida, en horario nocturno. Volvimos a coincidir la mayoría de los alumnos de quinto. De entre los compañeros de curso  con el que más me relacionaba, era con un alumno de nombre Juan de Mairena. Ambos veníamos de familias humildes, que hacían de la necesidad virtud. Los dos perseguimos con ahínco poder independizarnos económica y socialmente. Quizás (seguro) éramos unos utópicos que soñábamos con la libertad, creíamos que con la caída del régimen fascista todo sería distinto. Con el transcurrir de los años he comprobado que la libertad no es un fin, sino un medio, con el que  defender desde la resistencia intima nuestras convicciones.
Por diversas razones sociales y económicas, me vi en la necesidad de buscar un nuevo trabajo que me permitiera subsistir. El nuevo empleo lo encontré gracias a mi suegro, en unos telares sitos en la calle Valencia justo al atravesar la Av. Meridiana. El horario de trabajo era de las 6h30´a la 14h30´. La categoría laboral era de peón, mi cometido era recoger las bobinas de tejido que producían los telares, trasladarlas al almacén y apilarlas por su tamaño. Tenía un compañero de unos 50 años con el que compartía la labor, curiosamente se llamaba como el personaje más importante de los Diálogos de Platón, es decir Sócrates, el personaje de la filosofía que más me ha marcado en mi proceder y sigue siendo un referente. 
Juan de Mairena trabajaba por aquel entonces en la Delegación de Hacienda como interino. Él se percataba que en el transcurrir de las clases, mi capacidad de atención decaía, motivada por un estado de sopor que me hacía dar cabezadas. Conociendo mi situación laboral y por ende mis horarios. Una tarde entre clases me propuso, que le preguntaría a su jefe, si en su departamento necesitaban algunos interinos más, si así era le hablaría de mí. Aquella noche me costó conciliar el sueño, pues suponía, si la respuesta era afirmativa, liberarme de la tiranía del enano” como despectivamente Sócrates y yo le denominábamos al encargado de la empresa textil. A la tarde siguiente recibí la confirmación de que necesitaban más interinos en el departamento.
La buena nueva “bonum”, una vez más me había tocado. Al día siguiente a primera hora presenté mi renuncia, pero previamente lo celebré con Sócrates con un buen y merecido almuerzo. Sócrates un andaluz nacido en la en Zahara de la Sierra, un hombre que hacia honor a su pueblo “Zahara” que significa “fortaleza”, él la poseía de espíritu. Recuerdo que me dijo “me alegro por ti, eres joven y podrás lograr lo que te propongas”,  a mi edad ya nada es posible, cualquier día a este enano hijo de puta me lo cargo. En mi recuerdo está su mano tendida para siempre.