Las señales cósmicas visibles en el firmamento,por ejemplo los cometas, así como fechas significativas por lo acontecido,han significado para los pueblos un presagio de un nuevo avatar. Si bien hemos avanzado tecnológicamente aún persiste en lo más profundo de nuestro ser un miedo atávico a todo augurio.
Hace unas semanas, el presidente de gobierno nos anuncio que la próxima convocatoria a las urnas seria el día 20 de Noviembre. Aquel anuncio que habitualmente no significaba más que la realización de un deber cívico para mí, al constatar la veracidad de la fecha, se transformó en un mal presagio.
Leí hace unos días un artículo en el diario La Vanguardia de Barcelona titulado “ Los pobres, a la derecha” de Miguel Ángel Aguilar. El articulista relataba : cómo ha cambiado el comportamiento electoral de los barrios obreros, que ceñían con cinturones rojos los núcleos burgueses de las grandes ciudades.
Algo de razón tiene.Ya hace algunos años que la conciencia de clase se ha perdido. Ya nadie se considera un trabajador —es un concepto peyorativo— hemos ascendido en la categoría social, somos como mínimo especialistas o técnicos con aspiraciones de clase. Que menos, podíamos esperar de un país pobre con pretensiones.
Uno ya tiene una cierta edad y es sabedor de que no siempre las cosas son lo que parecen. Porque ¿Es casual la fecha elegida para la consulta electoral? ¿O lleva implícita un mensaje para el votante de izquierdas? Las encuestas han demostrado de manera obstinada que la derecha gana las elecciones cuando la izquierda se abstiene.
El miedo al bárbaro es un recurso —no nuevo— blandido por la “nueva aristocracia” los políticos para perpetuarse o hacerse con el poder. ¿Que nos está pasado que aceptamos qué "todo cambie para que todo siga igual"?