10/2/16

La brizna en ojo ajeno




Por fin el inmovilismo político que ha observado el Partido Popular desde los resultados en las elecciones del 20 de Diciembre 2015, se ha desbloqueado el pasado día tres de Febrero, fecha en la que Felipe VI tuvo a bien solicitar al Sr. Pedro Sánchez que  intente formar Gobierno y se someta a una votación de investidura.

Soy crítico con los partidos políticos, así como con los diputados que los representan en el Parlamento (cámara baja) y Senado (cámara alta). No obstante no dejo de recordarme, a la hora de emitir mi opinión sobre ellos: Quien a otro quiere juzgar, en sí debe comenzar.

Solemos ser por estos lares muy amigos de emitir juicios sin conocimiento de causa, con el solo bagaje de nuestro parecer, el cual, la mayoría de las veces se sustenta en criterios ajenos. Solemos encumbrar o menospreciar sin un análisis previo de la situación, basándonos más en nuestros prejuicios políticos que en nuestros  conocimientos sobre el tema a analizar. 

A buen seguro que los medios, tanto escritos como radiofónicos, así como las tertulias televisivas de todo pelo y condición, a lo largo de esta negociación para la investidura, se harán sentir. Injuriar desde la impunidad del medio es fácil, es más, en ciertas tertulias populistas precisan de la descalificación del adversario ideológico para generar audiencia. Sería injusto meter a todas en el mismo saco, es obvio que Haberlas, haylas.  Tertulias en que se discute, de forma a veces un tanto acalorada, desde el respeto al oponente.

Yo me pregunto ¿Son los político, un fiel reflejo de los ciudadanos a los que representan?. Si, en las formas, pero no en el fondo. ¿Somos los ciudadanos conscientes a la hora de votar la ideología?. Si en las formas, pero no en el fondo. Según mi criterio, las ideologías como identidad personal son meras máscaras con las que disfrazamos nuestro sentir de fondo. Buscando un símil sería: el fariseo.

Deberíamos reflexionar que nos motiva a votar a un determinado partido, si es el bien común como principio básico de igualdad social, o el interés partidista. La política es el arte de lo posible, pero solo desde la honestidad del ciudadano. 

1/2/16

Una oportunidad


El Roto
De siempre me he sentido atraído por la ideología de izquierdas, tal vez a consecuencia de mi lugar de nacimiento la “ciudad del no pasarán”, o quizás por la rigidez ideológica y de fe a la que me ví sometido durante mi infancia,  pubertad y adolescencia. Durante años no distinguí  entre Comunismo y  Socialismo, solo entendía que era necesario hacer frente al régimen franquista. La muerte del dictador trajo consigo el inicio de un incipiente aperturismo social y político, que culminó con las primeras elecciones generales (Legislatura Constituyente) el 15 de Junio del 1977.

Ya han transcurridos 38 años desde las primeras elecciones democráticas y 37 desde el referéndum de la actual Constitución que fue ratificada por el 87,78% de votantes que representan el 58,97 del censo electoral. El 1 de Marzo 1979 se llevan a cabo las primeras elecciones democráticas para la formación de  la Cámara Baja  (Diputados 350) y Cámara Alta (Senadores 266). A lo largo de estos años hemos tenido  I Legislatura Constituyente y XI  Legislaturas con la futura.

En estos 38 años transcurridos de Democracia  el mundo ha cambiado de forma significativa,  en lo político, social  y económico. Nosotros aún tuvimos la oportunidad de “gozar” de los coletazos del Estado del bienestar, del que disfrutó la Europa de los vencedores. El derribo del muro de Berlín el 10 de noviembre de 1989, supuso la reunificación de Alemania y algo más, el inicio de un mundo globalizado. A mi entender el muro no se derribó, sino que nos calló encima. Es el florecimiento de la teoría económica del neoliberalismo, auspiciado por la Escuela Económica de Chicago, cuyo valor intelectual son: Friedrich Hayek y Milton Friedman. Los líderes políticos que más apoyaron el neoliberalismo fueron Margaret  Thatcher y Ronald  Reagan con sus políticas neoliberales.

La indiferencia nihilista de la ciudadanía por todo aquello que tenga que ver con la política, a lo largo de estas dos últimas décadas, ha propiciado que de manera paulatina se haya generalizado la idea que la política y por ende los políticos, sean un mal imprescindible, necesario, en una sociedad democrática. Verbigracia nos hemos convertido “homo economicus”  que tiene como objetivo la maximización del beneficio, asumiendo que la acción política nada puede hacer ante los mercados financieros.

A la par de la indignación social fruto de la frustración sociopolítica, han surgido movimientos sociales reivindicativos. Véase el 15M del 2011 de la Puerta del Sol. Estos movimientos sociales en el transcurso de esta última legislatura, han logrado cohesionarse en plataforma política de izquierdas bajo el apelativo común de Podemos  en distintas comunidades: Galicia; Aragón; Valencia; Cataluña; Andalucía; Asturias; Madrid. Y han obtenido el reconocimiento de la ciudadanía en las elecciones a la UE (5) eurodiputados y en las Municipales y Autonómicas han cosechado éxitos significativos en los ayuntamientos de Barcelona y Madrid al lograr la coalición las respectivas alcaldías.   En las elecciones generales han consiguiendo ser tercera fuerza política, al obtener 5.130.283 sufragios, lo que les otorga 69 escaños en el Congreso de los Diputados y 3 Senadores en la cámara alta   

Decir o pretender que a día de hoy, somos dueños de nuestro destino patrio, es no entender la situación socioeconómica en la que nos hallamos. Tenemos una deuda cercana al 100% de nuestro PIB, la cual supone una deuda Per Cápita cercana a los 25.000 €. Nos hallamos en puertas, posiblemente, de una nueva recesión económica. ¿Con qué y de qué forma vamos hacerla frente? Es una obviedad que la incertidumbre política produce en los mercados financieros desasosiego, lo que genera a su vez que se incremente proporcionalmente el porcentaje a pagar por la deuda contraída.

Parece razonable que deberíamos enviar un mensaje de estabilidad política a los mercados financieros. A mí modesto entender, deberíamos buscar las alianzas políticas que más estabilidad  generen. Hemos de ser pragmáticos a la hora de conjugar alianzas. Estas se han de llevar a cabo desde el interés general, prevaleciendo la razón por encima de las diferencias ideológicas, ajustando las alianzas a un programa de regeneración política: Lucha contra la corrupción; Una justicia independiente; Diálogo para la modificación de la Constitución; Una nueva ley electoral; Eliminación de la cámara alta o Senado; Control y transparencia ética de nuestros representantes; Abolición de las Diputaciones Provinciales, o en su defecto mayor control de su gestión.

De no ser posible esta coalición transitoria para la regeneración política de las Instituciones, nos veríamos abocados a unas nuevas elecciones para el mes de Mayo próximo, con lo que social y económicamente para nuestro país supone tal posibilidad.