27/11/10

Día de reflexión

Votaciones

Siempre anhelé vivir en democracia, tal vez, por el hecho de haber nacido en una dictadura. Tuve la suerte de ser emigrante y poder convivir en una sociedad democrática en Suiza, mucho antes de que se instaurara en nuestro país. Soñaba con el día en que pudiera ejercer el derecho al voto y con la sensación sentiría al depositarlo en la urna, sabiendo que por primera vez elegiría a aquellos que habrían de gobernarnos. Fue una mañana de domingo, quince años después, vi realizado mi sueño, aún lo recuerdo con emoción, elegí mi opción política y me encaminé nervioso hacia la mesa electoral, era el segundo en la fila, le di el DNI al presidente de la mesa y por primera vez sentí: ciudadano Antonio, puedes votar. Ya era un ciudadano, en aquel instante me embargó la emoción y resbalaron por mis mejillas las primeras lágrimas democráticas.

El relato previo es necesario ya que no tengo la capacidad para describir con palabras mi sentir ante la determinación que pretendo tomar. No es una decisión fruto de una ofuscación es el resultado una reflexión meditada, en las próximas elecciones votaré en blanco.

Nuestra democracia es representativa, es decir, con nuestro voto elegimos a los delegados de la opción política que nos van a representar en el congreso y en el senado, otorgándoles todo poder. Al no existir cauces democráticos para refutarlos durante la legislatura, en el supuesto de que nuestros elegidos no cumplan el programa con el que se hicieron meritorios de nuestra confianza. Nos convierte en meros espectadores de la obra democrática que se va representar.

Desde la primera legislatura de 1977 hasta la presente, siempre he votado al mismo partido, a pesar de no sentirme del todo representado. Procuraba mirar al horizonte ideológico con la esperanza puesta en el futuro. La diatriba política actual en nuestro país no deja margen para el optimismo. No podemos seguir siendo una sociedad “narcotiza” por uso partidista de los medios (fútbol; tele basura; gran hermano) la desinformación de la sociedad es manifiesta por el exceso de información sectaria. No debemos tolerar la corrupción empresarial o política como mal aceptable.

Es tiempo para la lucha incruenta mediante el uso racional de nuestro voto, sin pasión y en libertad por el bien común de nuestra sociedad sin otro objetivo que la satisfacción del bien hacer. Entiendo que la opción del voto en blanco, es la única forma de manifestar nuestra repulsa a los políticos que un día y otro también con sus actitudes manifiestan que no cumplen el ideario legislador que "vino a la política para servir" que "no a servirse”.

Es obvio que existe una crisis en la forma de hacer política y por ende en nuestros políticos. Del modo como la solucionemos esta crisis, será la impronta del tipo de sociedad que queremos. Todo depende de nosotros.

Para terminar quisiera, nunca tener que decirles a mis nietos: la democracia es la “añoranza de un sueño”.

PD: Reedición

 

22/11/10

En busca de un futuro

Sonó el silbido de la locomotora a vapor que anunciaba la partida hacia mí futuro incierto: un futuro al fin y al cabo. No conozco mejor antídoto que la ilusión, para vencer el dolor de alma, cuando la vida nos pone en la tesitura de elegir entre el deseo y el deber que nos reclama el compromiso, aun así, una huella indeleble en el corazón me recuerda que no obré en conciencia. Después de doce horas de viaje, al amanecer llegamos a Barcelona.

Volveríamos a partir a la noche camino deimage la frontera francesa de Cerbére, disponía de todo el día para visitar la ciudad Condal. La fortuna quiso mostrarme en la ciudad de Astorga —de la que era oriundo mi padre—un palacio encantado de torres puntiagudas que se lanzan en busca del cielo, como en los cuentos de hadas, en aquel tiempo tenía yo seis años. Pocos años después supe que el palacio encantado era el Palacio Episcopal obra de un arquitecto catalán ya fallecido, conocido por el nombre de Gaudí, desde aquel instante deseé conocer algún día su obra. La estancia breve en la ciudad Condal me iba a permitir hacer realidad mi sueño, contemplar su creación más solemne, la basílica Sagrada Familia, aunque inacabada, su contemplación me emocionó.

Yo solo había podido contemplar el mar, desde un barco pirata o a lo sumo desde los barcos de guerra, al visionar las películas en la sesión doble de tarde en el cine del barrio, lo que jamás pude imaginar era la mar en realidad, contemplada desde los sentidos: su aroma a salitre, el murmullo suave de sus olas y la visón de su hermosa inmensidad, fue tal mi impresión que no pude por más que exclamar—ante la mirada atónita de los que me la mostraban— ¡Qué, grande es el mar, es inmenso su horizonte!. Sin yo saberlo mi vida quedaría para siempre vinculada a la mar y a Gaudí.

Quiero recordar, que sería sobre las nueve de la noche cuando de nuevo comenzamos el camino, en dirección a nuestro destino. Al llegar a la frontera de Portbou, la guardia civil y la social, fueron pasando por los departamentos de los vagones solicitando el pasaporte y la documentación que acreditaba la condición de emigrante. Finalizados los trámites de nuevo fuimos trasladados a otro tren, que nos habría de llevar a la frontera Suiza concretamente a la ciudad de Ginebra.

Sería sobre la ocho de la mañana cuando, después de cuarenta y ocho horas de la partida de Madrid, exhaustos pero felices llegamos a Ginebra. Fuimos pasando de uno en uno el control aduanero y el correspondiente chequeo sanitario— tuve la sensación de ser una res, como las cabezas de ganado que había visto marcar en las películas del Oeste americano— una vez dado el visto bueno, me dieron tres francos Suizos para que comprara el desayuno en la estación de Genève— lo primero que me vino a la mente fue el cambio a pesetas 90 pts todo un capital en España— con el dinero que dieron solo pudimos comprar: un café y un cruasán. Que cara estaba la vida en Suiza.

Nuevamente junto a otros dos compañeros, cogimos un tren en dirección a Zúrich, llegamos sobre las once. La estación de Zúrich se me antojó enorme, disponía de más de doce andenes, de los que entraban y salían con puntualidad suiza trenes. Nuestro tren en dirección a Arosa partía a las 11h 15´ del andén doce y estábamos en el dos, solo sentíamos anunciar nuestro tren en alemán y suponíamos que era el nuestro al oír por la megafonía ¡Arosa! Gracias un empleado de la estación que era italiano y chapurreaba algo el español pudimos coger el tren a las 11h 13´en dirección a la estación invernal.

El viaje hacia el silencio blanco que todo lo cubre, fue fascinante para mí. El tren serpenteaba montañas entre bosques de exuberante belleza, al ir tomado altura nos mostraba nuevas perspectivas desde las que podíamos visionar enormes precipicios que se abrían a nuestros pies y enormes torrenteras brotaban de las montañas nevadas precipitándose al vacío. A medida que nos íbamos acercando a la estación invernal, se hacía sentir el rigor del clima, todo y la calefacción del tren. Me parecían todos los que subían al tren con sus esquís y coloridas vestimentas, gentes de otro mundo, un mundo en que nadie o pocos son los que trabajan, hombres y mujeres alegres sonrientes a los que el frío no parecía afectarles, como a nosotros. Sobre las cinco de la tarde ya de noche llegué al Hotel Brüggli de Arosa.

Me recibió la recepcionista del hotel que hablaba español y me acompañó a mi aposento— el cual habría de compartir con otros dos emigrantes italianos—que se hallaba ubicado en los sótanos del hotel. Después de presentarme a los compañeros de habitación—uno toscano y otro napolitano— se despidió amablemente deseándome mucha suerte en el próximo cometido, que no era otro, que el de limpiar cacerolas en la cocina del hotel.

Deshice mi maleta y coloqué mis enseres en el espacio que me asignaron mis nuevos compañeros. Me llamó la atención que mi cama solo tuviera una sábana—la bajera— y que con el frío que hacía en aquellos lares no tuviera ni una triste manta, así que me dispuse a dormir cubriéndome con lo que yo consideraba era la colcha. Exhausto de tantas emociones y del largo viaje, a pesar de tener solo una colcha para cubrirme, me quedé dormido.

21/11/10

Autorretrato

 

desaprender

Realizar un autorretrato literario, no me resultar fácil. Sin embargo, el principio de un camino comienza con el primer paso, así que adelante.

Me miro en el espejo y observo mis rasgos físicos, esos que veo cada día al afeitarme, y, es curioso casi me resultan desconocidos, quizá porque hace demasiado tiempo que no reparo en ellos.

Tengo la tez de color moreno aceitunado, herencia de las gentes del sur de donde era mi abuela. Hay cicatrices de la vida marcadas en el rostro y los ojos delatan el cansancio de tanto mirar para otro lado. El cabello negro, al igual que las cejas, y la barba se han tornado de color gris, como las cenizas de un ascua que se apaga. La comisura de los labios ya no esboza una sonrisa, la arquea el peso de la experiencia.

Dice un refrán popular: La cara es el espejo del alma. ¿Es la imagen del espejo, el reflejo de mi alma? No lo sé. Vuelvo la mirada a mi interior para observar mi conciencia y narrar lo que siente: He sido un guerrero, así suena mi segundo apellido, un guerrero social que creyó que podría cambiar el mundo, participé en todas las guerras, pero jamás gane una batalla. Hice de la libertad mi estandarte y trate de ser consecuente. Amo la amistad: es el amigo un baluarte para la vida. El miedo y el perdón son algunas de las flaquezas de mi alma.

Creo que existe una Verdad Universal, de la que todos poseemos una parte, como en un puzzle, para contemplarla las hemos de acoplar. Al final hemos de desaprender lo aprendido, para hallarnos.

20/11/10

Ego sum

Ego

El alma busca el silencio

pero la mente no calla

y en esta ardua batalla,

mi vehemencia, siempre gana.

29/10/10

Nuevo paradigma

Iraq 

Ante todo cambio de paradigma social podemos observar en ésta, hechos que nos que nos conmueven por su dureza y dramatismo en el aspecto humano como social.

Recientemente la prensa divulgo en una breve reseña el índice de suicidios, tanto a nivel mundial como nacional y cuyas cifras son sobrecogedoras: un millón de suicidios al año, —en 20 millones de intentos— de los que nos corresponden 3457.

Pero lo que más sorprende de la noticia, es que la ciencia considera que son fruto de enfermedades mentales y en ningún momento ésta se cuestiona, si el sistema social que nos hemos dado tiene algo que ver en la resolución fatal de autolisis.

Los sociólogos lo atribuyen a “dilución de responsabilidad” la actitud de indiferencia social, en el siguiente caso, acaecido en el metro de la ciudad de Roma: Una discusión entre dos pasajeros un hombre y una mujer, ambos jóvenes, acaba con la agresión por parte de él, propinándole un puñetazo en el rosto que provoca una caída fulminante despaldas, al golpeándose la cabeza contra el suelo queda inconsciente, el joven indiferente al hecho, recoge su mochila del suelo y se aleja.

Durante más de un minuto —lo filman las cámaras de seguridad del metro— los pasajeros pasan indiferente ante la joven sin socorrerla. La ciudadana de nacionalidad rumana falleció. Lo contrario de la responsabilidad, ya no es la irresponsabilidad, sino el conformismo indiferente que nos avoca al fracaso social”.

Hoy podemos constatar lo que la crisis económica, generada por la codicia especulativa de la magnificación del beneficio, está produciendo en la sociedad: aumento del paro, desahucios e incremento de la marginación fruto de la exclusión social.

Estos hechos son una breve pincelada de una sociedad que naufraga en un mar de ideas, donde prevalece el ideal: que es más importante tener que ser.

Ante este panorama social a día de hoy, comienzan a surgir alternativas, de forma y manera, que nos hacen suponer nuevos avatares en el paradigma social.

Cada vez es más frecuente observar colectivos en comunión silenciosa, meditar en busca de su “ser”, al intuir que la ciencia con su certidumbre y el materialismo que:“ha convertido en virtud la búsqueda del interés material”, no colman sus expectativas de felicidad, ni calman su dudas existenciales.

En un planeta con recursos finitos y cuyo moradores el “homo consumere”  son insaciables,  la vida “humana” tiene un tiempo de caducidad. Aún hay un atisbo de esperanza, en la rebelión de los esclavos el “homo sapiens”—la cual será incruenta o no será— su causa es “conocerse”, para ser con el otro.

“La única moral capaz de hacer el mundo vivible es aquella que éste dispuesta a sacrificar las ideas todas las veces que ellas entre en colisión con la vida, aunque sea la de una sola persona humana, porque ésta será siempre infinitamente más valiosa que las ideas”. El hombre rebelde de Albert Camus

11/10/10

Voyeur social

imagesCAB96D6I

Hace unas semanas se ha generado la fusión de la Caixa de Catalunya con la de Manresa y Tarragona. Deduzco que a consecuencia de la misma, la oficina más próxima a mi domicilio ha sido cerrada, después de treinta años de prestar sus servicios a un colectivo vecinal.

Actualmente por este motivo para cualquier gestión con la entidad, no solo, nos vemos en la necesidad de invertir más tiempo en el desplazamiento, sino que además, el personal de la entidad no se ha visto incrementado, en proporción al aumento de clientes por la fusión, lo que origina, que una actividad que antes suponía diez minutos, ahora pueda suponer alrededor treinta minutos.

Situación similar podemos ver cada día en el supermercado del barrio, donde se originan largas colas de clientes en espera de ser atendido por el único cajero/a, cuando podemos observar, no sin estupor, que en el resto de las cajas no hay nadie que nos pueda a tender. Lo más sorprende, no es el descaro de las entidades que se beneficia de nuestros depósitos y compras, sino el estoicismo: “Soporta y renuncia, porque todo está determinado” de sus “sufridos” clientes.

Me pregunto ¿Qué ha sido de nuestro espíritu crítico? ¿Por qué ya no somos capaces de indignarnos? ante la contemplación de la injusticia que supone un abuso de poder ¿Por qué somos indiferentes? Tal vez esta actitud sea la respuesta “correcta” de una sociedad narcotizada por los “mass media” que, ya no es capaz de vivir su propia realidad y renuncia a la libertad de decidir, en pos del placer sin riesgo del “voyeur” social.

7/10/10

Cinco minutos de gloria

evolucion

Me reconozco un animal de costumbres y a tal efecto suelo ir cada domingo a leer el diario “El País” al Ateneo Barcelonés sito en el Carrer Canuda. Me acomodo plácidamente en su jardín —un oasis en desierto de asfalto de la ciudad— y me enfrascó en la lectura delante de una humeante taza de café con leche, eso sí caliente, pues uno, ya forma parte del colectivo de los eternamente desocupados y a estas edades, apetecen las cosas calientes.

De vuelta a casa, utilizo el transporte público: el Metro de la Plaza Catalunya. Al pasar por la Rambla de Canaletas he observado a un nutrido grupo de jóvenes —del movimiento social animalista— cada uno de ellos mostraba un póster de un animal,  uno al costado del otro, a la vez una pancarta que hacía alusión al maltrato que hacemos a los animales, no he podido por más que hacerles la observación, que a mí entender había una ausencia notable, el Homo Sapiens “Oppressus” el más fustigado perseguido de este planeta.

Resulta chocante cuando no paradójico en la situación socioeconómica global que actualmente nos afecta, ver a  nuestros jóvenes más motivados a defender los derechos de los animales —no seré yo el que, no considere justa su defensa (“Liberación Animal” Peter Singer 1975)— que luchar por sus propias reivindicaciones sociales, véase el acceso a un trabajo digno.

Sin pretender menoscabar el derecho que todo ciudadano tiene, a expresar de la manera que mejor considere sus opiniones, considero que la repercusión informativa que le otorgan los medios de difusión, provoca un efecto llamada en pos de los cinco minutos de gloria televisiva.Son nuestros políticos de todo pelo, los que en vísperas las próximas elecciones, lanza la red en busca del voto emotivo de la “causa justa”, manifestándose a favor o en contra de la misma según convenga a sus intereses partidistas.

Una sociedad narcotizada por los medios audiovisuales permite, que estos acontecimientos reivindicativos de bajo relieve político, enmascaren el incumplimiento de los programas sociopolíticos, por los que los ciudadanos les elegimos en las anteriores elecciones, como decimos por estos lares “embolica que fa fort”.

20/9/10

Pubertad

Una vez más, un orgullo mal entendido, orgullo al fin y al cabo, me cerraba un camino y todo volvía a comenzar de nuevo: servir “chatos” de vino en la taberna y ayudar a la abuela en los cuidados de la Merche. Un día, no recuerdo el por qué, mi abuelo me echó de casa —no sería la única vez— clavó puertas y ventanas con clavos para evitar que pudiera entrar por las puertas de la trastienda o por las ventanas que daban a un patio interior.

Al llegar la noche, y ante la imposibilidad de burlar su vigilancia, decidí ir a buscar a mi padre, al bar “El Desiderio” donde solía ir cada noche, después de salir de los salones “Torres” donde trabajaba de camarero. Estaba asustado no sabía cómo se lo tomaría, pero era mi único recurso, cuando le expliqué la situación se encorajinó y comenzó una retahíla de exabruptos. De nuevo el orgullo dirigió mi decisión, le mandé a la mierda y me fui corriendo calle abajo sin saber a dónde ir. Después de correr durante un rato y llorar, no por miedo sino de rabia, me encaminé hacia el Paseo del General Ricardos en el barrio de Carabanchel, donde vivía mi tía Rosario.

Llegué a la altura de la casa de mi tía pasada las doce de la noche y no me atreví a llamar a la puerta del piso y preocuparla a esas horas intempestivas, así que decidí buscar un lugar donde pasar la noche. Recuerdo que opté por un comercio de electrodomésticos cuya entrada hacía forma de ele, lo que me permitía no ser visto desde el exterior, al situarme al fondo de pasillo que daba acceso a la tienda. Pasé frio y miedo, al amanecer, al salir me vio el “sereno”, que me echó el alto. Recuerdo que temblaba como una hoja, me cacheó para comprobar si había robado algo del escaparate, debí de darle pena cuando le expliqué que había pasado la noche allí porque mi padre no me había dejado entrar en casa por llegar tarde del cine. Después de una reprimenda me dejó marchar.

Este altercado con mi abuelo fue el preludio de otros muchos de diversa índole, pero que siempre tenían el mismo final, me echaba de casa. La primera vez después de mandar a paseo a mi padre, él me buscó una habitación. Pasado un tiempo volví a casa de los abuelos, pues era necesario para cuidar de mi hermana. En las sucesivas expulsiones fui adquiriendo experiencia para burlar su vigilancia. Con paciencia fui quitando los clavos de las puertas de la trastienda y las ventanas del patio, les cortaba la punta con un alicate y clavaba de nuevo la cabeza, sabía que el abuelo no abriría la puerta o las ventanas si observaba en la madera los supuestos clavos. Esta argucia me permitía estar sin ser.

Esta fue la tónica de mi vida durante los siguientes años antes de marcharme definitivamente de Madrid, fue muy similar a lo acaecido después de abandonar los estudios nocturnos en la Escuela Virgen de la Paloma, es decir, a cada nuevo altercado con el abuelo le correspondía la subsiguiente expulsión, unas veces la podía torear, otras se hacían realidad. Con el tiempo aprendí a vivir en permanente incertidumbre. Me sentía totalmente solo, preso en una cárcel del tiempo. Anhelaba ser mayor para huir de aquel entorno, a la vez que sufría, ya que en aquel deseo se hallaba implícito, abandonar a mi hermana.

Estaba a punto de cumplir los diecisiete años cuando mi tío Nicolás me consiguió un trabajo en un taller de reparaciones de coches, básicamente de taxis, donde él llevaba la contabilidad para obtener un sobresueldo. Mi función era llevar el libro de caja, el registro de facturas y el almacén de recambios de piezas y material necesario para las reparaciones de los vehículos. Lo referente a la contabilidad, mis asentamientos en el libro de caja dejaban mucho que desear debido a mi dificultad manual a la hora de escribir de forma pulida, otra cosa era el almacén, fui capaz de subsanar la anarquía organizativa que en el imperaba y francamente con bastante éxito.

Un hecho habitual en mí como es el de la puntualidad, frecuentemente excesiva, —aún hoy en día— no pasó inadvertida por mis jefes, cuya impuntualidad era manifiesta. Esta cualidad, por lo visto poco común y el que fuera sobrino de su contable, propició que me entregaran las llaves del taller y el despacho, para que me encargara de abrirlo yo cada mañana. Esta circunstancia me salvó a menudo de dormir al raso cuando se terciaba una nueva expulsión de casa.

Al cabo de unos meses contrataron a otro administrativo, el hijo de un buen cliente, para suplirme en las funciones administrativas, con lo que pasé a ayudar a los mecánicos, amén de llevar el almacén de recambios. Esta circunstancia no me importó, es más me sentí aliviado. Al poco tiempo ya éramos buenos compañeros, solíamos hablar de nuestros proyectos e ilusiones.

Un día el “José” como le llamaba, vino con un folleto del Ministerio del Trabajo en el que se explicaba la forma y a los países a los que podíamos ir a trabajar a partir de los veintiún años, o en su defecto a los dieciocho con la autorización paterna. Debatimos durante días las múltiples posibilidades que teníamos, tanto de países donde emigrar, así como de ocupaciones que se solicitaban en función de la capacitación profesional. Barajamos distintos países a donde ir, recuerdo que incluso pensamos en Australia y comenzamos a recabar qué documentación precisábamos para poder salir del país como emigrantes. Fuimos a enterarnos al Ministerio de Trabajo que era el que se encargaba de tramitar los contratos en origen.

Mí capacitación profesional era nula. Sólo pude aducir discretos conocimientos en hostelería. En consecuencia me asignaron la labor de casserolier (limpiador de cacerolas).

Mi compañero, cuando le expuso a su padre la intención que teníamos de recorrer mundo, le dijo que yo hiciera lo que me viniera en gana, pero que él, al menos mientras no fuera mayor de edad, se lo sacara de la cabeza, ya que nunca le firmaría la autorización. De nuevo una vez más me quede solo.

La emigración era la única vía de la que disponía para salir del entorno asfixiante que me envolvía, así que decidí comunicarle a mi padre la decisión de irme a trabajar al extranjero. Me sorprendió su comprensión, no puso ninguna pega a mi marcha, tal vez pensó que dada la situación permanente de enfrentamiento que tenía con el abuelo, era mejor para todos que me fuera. Por aquel entonces habían venido a vivir a casa de los abuelos mi tío Paulino, cinco años mayor que yo, su mujer y sus tres hijos. Mi hermana no quedaría desatendida ya que la abuela podría recabar la ayuda de la Angelines la mujer de mi tío Paulino.

image

Cumplidos los dieciocho inicié los trámites para marchar — concretamente a la estación invernal de Arosa para la temporada de esquí en la zona alemana de Suiza —a primeros de enero. Comienzo los preparativos, he de hacerme con ropa de abrigo, calzado adecuado y una maleta. Un cliente de la taberna me proporciona una pelliza de paño grueso de color marrón y el cuello de piel que me llega casi a la altura de las rodillas, también consigo un jersey tipo “marinero” de lana de color marrón oscuro de cuello vuelto, unos pantalones de pana, un par de camisas y un par de mudas y unos zapatos gruesos de suela de “tocino”, así como una maleta de tamaño mediano de cuero de esas que, además de la cerradura llevaban dos correas con hebilla.

Todo estaba dispuesto para llevar a cabo mi gran ilusión o tal vez la única posibilidad para salir de aquel entorno que me asfixiaba, pero todo y que me sentía pletórico, quedaba un asunto por resolver, el cual me angustiaba, debía comunicar a mi hermana, aún a sabiendas que no me comprendería, mi marcha, y que cuando solicitara mi presencia su “Toñito” ya no vendría.

Fue la noche antes de partir, en la pequeña cocina de la trastienda, cuando le explique, entre lágrimas contenidas por el dolor del alma, que ya, yo nunca más la lavaría y vestiría, como cada día, para ponerla en la silla de ruedas y sacarla a la taberna. Aquel monólogo tratando de justificar el porqué de mi marcha, siempre me acompañará. Entre lágrimas de dolor traté de justificar ante ella, mi deseo de libertad: “te quiero, pero yo no soy culpable y he de partir para vivir”.

Un día de enero a las diez de la noche partí de la estación de Atocha rumbo a Suiza, el anhelo de la esperanza. Instantes antes del último silbido del tren, apareció mi padre para desearme suerte.

4/9/10

Un nuevo intento

Comencé las clases en la escuela “Virgen de la Paloma” pasado el verano, con quince años cumplidos.

De las cuatro estaciones del año, la que más recuerdos me evoca es la estival. Mis sentidos quedaron impregnados de sensaciones imborrables como: la siesta obligada después del diario hablado de las dos, que imponía al vecindario un respetuoso—que tanto me costaba— silencio solidario; el olor a tierra húmeda que emanaba al regar la calle, para aplacar el “fuego” del verano, “Madrid nueve meses de invierno y tres de infierno” decían los lugareños; el griterío de los juegos de los más menudos; el corrillo que formábamos los adolescentes en torno al narrador afortunado, que había visto la última “peli” de guerra; el palpitar acelerado de mí corazón, ante la presencia del primer amor “platónico”, se llamaba Pili…
Todos aún los puedo visionar y sentir con cerrar los ojos, pero hay uno que recuerdo con gran placer, tal vez fuese el que me incubó el placer de la oratoria.
Al caer la tarde con las primeras sobras de la noche, los vecinos del “41” y algunos otros, sacaban silla y banquetas a la calle y se sentaban en la entrada de la taberna formando un amplio círculo. Se contaban historias reales o inventadas de las que eran protagonistas. Estas pláticas duraban hasta bien entrada la noche. A mí me producía un placer inenarrable, algún día yo también seré—pensaba— el protagonista de una historia. Me había matriculado en la escuela en el horario nocturno, de manera que pudiera compatibilizar las dos condiciones que lo hacían posible: ayudar a los abuelos en la taberna y cuidar de mi hermana.
En las clases de teoría: Matemáticas; Física y Química; Gramática y Literatura; Historia de España; Tecnología y las dos “marías” la F.E.N (formación del espíritu nacional) y Religión.—en el aula éramos unos veinte alumnos cuyas edades oscilaban entre los quince y los veinte años, el más joven de todos era yo— descubrí con agrado que los conocimientos que poseía me permitían obtener buenas notas, en relación al resto de los demás compañeros, algo que se invertía cuando se trataba de las prácticas de taller, a pesar del interés que le ponía.
Algunas veces pienso que no es fruto de la casualidad, mi apellido Guerrero, sí no el reflejo nominal de un condicionante natural que me impulsa a ser contestatario. El profesor que nos daba la F.E.N, era, como no, falangista, pero la verdad es que no le recuerdo dogmático, supongo que se vio en la obligación de dar esa materia por su condición de “ser” y le vino ni que al pelo para ganarse un sobresueldo en aquellos tiempos de necesidad. Otra cosa era el de religión, la impartía un sacerdote salesiano de la orden de San Juan Bosco, que regían la escuela de Artes y Oficios de la Virgen de la Paloma. Todos acataban, con más o menos entusiasmo, la clase de Religión, todos menos yo “el rebelde sin causa”. Esta actitud contestataria de cuestionar lo divino en pro de lo humano me acarreó no pocos problemas.
Después de todo un curso de esfuerzo, no era fácil para mí simultanear las labores en la taberna y cuidados de la “Merche”—como comúnmente la llamábamos a mi hermana— con los estudios, pero la ilusión de la vuelta a clase, y lo que era más importante, tenía una posibilidad de convencer a mi padre de que sí servía para estudiar, me daban fuerzas para hacer frente a cualquier dificultad. Por fin llego Junio y con él los exámenes, saqué buenas notas en teórica y aprobé de misericordia las prácticas, pero poco dura la dicha en la casa del pobre, mí tozudez con el cura de religión me generó un suspenso, lo que significaba en aquellos años que, si no aprobabas en Septiembre la asignatura, no podía pasar al curso siguiente ni continuar en la escuela.
image
Estoy seguro, a pesar de que no le tragaba, que habría aceptado el ir a misa los Domingos, condición sine qua non, para aprobar. Pero un orgullo exacerbado por el dolor de la indiferencia, me jugó una mala pasada. Con las notas en la mano e insultante, se las mostré a mi padre esperando de él un reconocimiento a mi esfuerzo, su actitud indiferente—como yo la recuerdo— quebró de nuevo la posibilidad de seguir unos estudios, nunca fui a misa.

El primer salario

Recuerdo cuando recibí por primera vez un “jornal”, tenía catorce años. Era sábado al mediodía, hacíamos jornada inglesa y después de limpiar el taller: de la viruta metálica que dejaban los tornos al tornear las piezas de acero; de reponer la valvulina—una sustancia lechosa que utilizaban para lubricar la herramienta de tornear— y limpiar los tornos, el jefe me llamó a su despecho y me entregó el “sobre” que contenía mi salario, 14 pesetas de la época.

Cuando llegue “al 41” de Berruguete, entré a la taberna y al atravesarla para pasar a la trastienda donde vivíamos, lo hice con paso firme y altanero delante de los parroquianos y de mi abuelo. Era ya un “hombre”, cobraba un sueldo. El sobre se lo entregaba cada semana a mi abuela, ella me solía dar una pequeña parte que junto con la propina de mi padre, me permitía pagarme mis caprichos: el cine, la revista "Selecciones del Reader's Digest" y unos pocos cigarrillos.
El tener que ir a trabajar me había liberado de estar en la taberna despachando y de aguantar las continuas críticas del abuelo, pero como dice un refrán “nunca la dicha es completa”. El dejar a mi hermana a los cuidados de la abuela, me carcomía, precisaba una atención que obviamente ella sola no podía darle. Sentirme “libre” tenía un precio, la voz recurrente de mí conciencia. El recuerdo de mi madre—qué pensaría ella— me hacía sentir culpable, era un secreto inconfesable que me hacía llorar con amargura.
Con el paso del tiempo fui siendo consciente que dentro de mis cualidades, siendo generoso conmigo, —los míos no veían ninguna— la habilidad manual no era una de ellas.
La imaginación, sino la única, era la que más destacaba, disfrutaba ante cualquier posibilidad de innovar, recuerdo que siempre me decían “tienes la cabeza llena de pájaros”. Está característica no me permitía centrarme en el aprendizaje del oficio. Al cabo de un año con la excusa de estudiar a la vez que aprender el oficio, le dije a mi padre que me iba a matricular en la Escuela de Artes y Oficios “Virgen de la Paloma”, mi padre vio el cielo abierto,— eran continuas las quejas del abuelo— volvía a la taberna y a cuidar de mi hermana.14 La Julia (la tercera por la derecha), con mis padres, tios y vecinos de Berruguete La aprobación de mi propuesta, abría ante mí una segunda oportunidad, la de demostrar a mi padre que estaba equivocado: yo sí valía para estudiar.
De nuevo volvía a dar rienda suelta a mi curiosidad, los clientes eran una ventana al mundo desde la que asomarme, desde ella pude observar sus anhelos y preocupaciones y aprendí el poder que tiene la palabra: para herir y consolar.
Cuando la situación se tensaba en el entorno familiar, recurría a la Julia, una vecina del “41”, ella me acogía con cariño y escuchaba mis lamentos. En aquella familia siempre encontré cobijo, “la Julia” estaba casada con “el Venancio” que trabajaba en la fábrica de chocolates Inca, donde había trabajado mi padre, antes de cambiar de profesión y dedicarse a la hostelería.
Vivía con ellos un hijo cuyas características morfológicas siempre me llamaron la atención—mi eterna curiosidad—, su estatura superaba con creces el metro ochenta y era espigado, el más alto del barrio, su padre por contra bajito y rechoncho, que cosas tiene la naturaleza, pensaba. Mi abuelo era cazador “furtivo” y solía ir de cacería a la sierra madrileña a un lugar conocido como el “Cerro San Pedro”, que se hallaba ubicado en el pueblo de Colmenar Viejo a unos treinta km de la capital. Se hacía acompañar de una perra a la que llamábamos “Nube”, su pelo era de color canela,19 El abuelo de caza y su perra Nube delante del cierre de su taberna Astorias muy cariñosa y con buen olfato que le permitía “marcar” la pieza. A la voz del abuelo “la Nube” la levantaba para ser abatida por él. Al decir de los demás cazadores —por las piezas que cobraba— “donde ponía el ojo ponía la bala”, todo y que dicen: que los cazadores son muy exagerados.
De lo que doy fe, es que cuando volvía de caza, eran numerosas las piezas cobradas: perdices, liebres, conejos e incluso de vez en cuando un zorro. Después de haber estado una o dos semanas de cacera, volvía con la tez quemada por el sol— al no ser moreno—, la piel de su cara adquiría un color sonrosado, en la que resaltaban sus pequeños y vivaces ojos azules.
El día de su llegada todo era parabienes y celebración con los compañeros de aventuras. Saciaban la abstinencia etílica bebiendo hasta quedar beodos. El problema surgía a la mañana siguiente, no encontraba nada bien, todo lo que habíamos hecho durante su ausencia estaba mal, jamás valoró nuestro esfuerzo. Mi abuela se lo tomaba con resignación, yo me revelaba, lo que aumentaba la tensión.
De aquellas cacerías yo obtenía mi premio: la abuela era una excelente cocinera, sabía cómo condimentar las distintas piezas, la libre la solía hacer estofada con judías, los conejos fritos con una picada de ajo y perejil. El zorro después de desollado lo dejaba untado con vinagre al sol y serena durante dos días, después lo hacía estofado con patatas. Mí Bocato di Cardinale eran las perdices, las hacía estofadas a la vinagreta y las guardaba en unas vasijas de barro durante una o dos semanas, hasta que el señor de la casa tenía a bien pedirlas, para festejar con sus compadres de aventuras.
Este plato era para mí una tentación: todo comenzaba con una alita, me decía, ¿quién se puede dar cuenta?, total es un ala. Lo malo era que como “en el rascar, todo es comenzar”, no podía parar hasta que daba cuenta de la perdiz.
Mi abuelo muy de la época, no llamaba a mi abuela por su nombre, la decía “chica” cuando estaba de buenas y “señora” cuando se enfurruñaba, que era la mayoría del tiempo. El drama comenzaba con: chica trae las perdices, una vez sentada toda la panda a la mesa, —yo desaparecía— la pobre abuela iba a las vasijas, metía la mano y solo encontraba la vinagreta. Oía al salir por la puerta de la trastienda, juramentos y exabruptos del abuelo contra mi persona. Hoy al recordarlo pienso lo mucho que hice sufrir a la abuela y alcanzo a entender al abuelo, pero para mí era el placer —nunca mejor dicho— de la venganza, a su tiranía.

9/7/10

Ensayo historicografico “La ley del silencio”

Laleydelsilencio1

 

Ficha Técnica

Título original: On the Waterfront

Año: 1954

Duración: 108

Filmación: En blanco y negro

País: EEUU

Director: Elia Kazan

Guión: Budd Schulber

Música: Leonard Bernstein

Fotografía: Boris Kaufman

Reparto: Marlon Brando, Eva Marie Saint, Karl Malden, Lee J.Cobb, Rod Steiger,

Pat Henning, Leif Erickson, James Westerfield, John Heldabrand, Rudy Bond

Martin Balsam, John Hamilton.

Productora: Columbia Picture

Productor: Sam Piegel

SINOPSIS

La ley del silencio: Retrata con crudeza los bajos fondos de los muelles de Nueva York y el control que sobre los mismos tenían los sindicatos del crimen. La vida de los estibadores de los muelles neoyorquinos es controlada por un mafioso llamado Johnny Friendly.

Terry Malloy, ex-boxeador a sueldo, que trabaja para él, es testigo y autor indirecto de alguno de sus crímenes. Cuando conoce a Edie Doyle, hermana de una víctima de Friendly, Terry se arrepiente, y comienza a sentirse culpable de la vida que lleva. Ella le presenta al padre Barrie, quien le anima para que acuda a los tribunales y cuente todo lo que sabe. El asesinato de Charlie, su propio hermano y abogado del mafioso, será decisivo.

En los muelles, nadie quiere ser un chivato, impera el silencio, como si de un código de honor se tratara, todos callan, el silencio les garantiza su integridad física, a cambio de la libertad. Terry Malloy decide que la libertad es un derecho, no una gracia que se otorga, por la que hay que luchar. Con su actitud logra quebrar la “ley del silencio”.

CONTEXTO

El estado de la situación

Presidencia de EEUU: Las elecciones presidenciales de 1952 suponen la vuelta de los republicanos a la Casa Blanca tras 20 años de poder demócrata con Roosevelt y Truman. Para ello, el Partido Republicano convence al general Dwight Eisenhower para que acepte la candidatura republicana, que la consigue sin demasiados problemas tras salir victorioso en la convención frente al senador Robert Taft, candidato del ala conservadora del partido. El Partido Demócrata escogió como candidato a Adlai Stevenson, gobernador de Illinois, representante del ala más progresista del partido y considerado como uno de los candidatos más cultos que hayan aspirado jamás a la presidencia de EEUU. Pero al mismo tiempo era un hombre gris y nada populista, con serias dificultades para hacerse entender entre el electorado medio. A Eisenhower, el ser uno de los más importantes héroes militares de la 2ª Guerra Mundial, le fue suficiente para derrotar fácilmente a su rival demócrata en las elecciones de 1952.

Economía Social: El nuevo Presidente de EEUU acepta el marco básico de responsabilidad establecido en el Tratado Justo de su antecesor, pero con un nuevo enfoque “conservadurismo dinámico” que quiere decir “conservador en lo referente al dinero, pero liberal cuando se trata de seres humanos”[1]. La mayor prioridad de Eisenhower consistió en equilibrar el presupuesto después de varios años de déficit. Se proponía recortar los gastos y los impuestos, y mantener el valor del dólar. Los republicanos estaban dispuestos a exponerse al desempleo con tal de mantener a raya la inflación, remisos a estimular demasiado la economía, fueron generadores de periodos de recesión económica.

Las mejoras sociales logradas en la legislación Truman “Tratado Justo” aumento del salario mínimo, ampliación de las prestaciones sociales, son reducidas sustancialmente durante los dos mandatos de Eisenhower. Aunque el PIB en la década del 1950 al 1960 aumentó en el país unos 500.000 millones de dólares, cada día era mayor el número de estadounidenses que se consideraban parte de la clase media.

Sindicalismo 1954: El número de trabajadores afiliados a los sindicatos era de 17 millones, la población activa total de 67 millones, el porcentaje de sindicación del 25.4 %. Los trabajadores no agrarios era 49 millones, el porcentaje de afiliación de los obreros 34.7%. En el segundo lustro de los años 50 los bienes se producían con menos mano de obra y aumentaba el número de trabajadores en el sector servicios. Como consecuencia de esos cambios, la militancia sindical se debilitó y algunas diferencias de clase se empezaron a desvanecer. El porcentaje de afiliación de los obreros pasó del 34.7% en el 1954 al 31.4 %. En 1960 se produce un proceso de declive de la afiliación sindical progresivo a partir del 1954. La vicepresidencia del sindicato ILA (Asociación Internacional de Estibadores) es ostentada por el hermano del mafioso Anastasia, responsable “Murder Inc” (Homicidas Anónimos)[2].

La guerra fría Macartismo: Tras la Segunda Guerra Mundial, una parte importante de la sociedad norteamericana empezó a temer que el comunismo se expandiera por EE.UU. La consolidación de los dos bloques durante la guerra fría propició que se iniciara una campaña para eliminar el peligro comunista. El Congreso norteamericano aprobó las Leyes de Seguridad Interna (1950) y de Inmigración y Nacionalidad (1952), que restringían la actividad comunista y prohibían la entrada en el país de comunistas reconocidos. Como “macartismo se conoce a una actitud política interna norteamericana consistente en un anticomunismo absoluto que se concreta en una real persecución de hombres e instituciones declaradas antinorteamericanas por ser "comunistas", confundiendo en muchos casos, a comunistas con liberales o simplemente progresistas. Juicios, pruebas y testimonios, en muchos casos falseados, dieron al traste con la carrera de un gran número de americanos inocentes. Históricamente el macartismo representa la culminación de la guerra fría en la política interna de Estados Unidos y coincide con los años 1950-1954, teniendo al senador republicano Joseph McCarthy (1907-1957) como máximo protagonista y del cual tomará el nombre.

La victoria republicana en las elecciones presidenciales y congresistas del 1952 llevó al senador McCarty a la presidencia del poderoso Comité de Actividades Antiamericanas, que le permitió realizar durante el año 1953 investigaciones sobre el comportamiento de los empleados de las entidades públicas. Los violentos ataques a eminentes personalidades entre las que se encontraba el propio presidente y el intento de someter a investigaciones al ex presidente Truman y a varios oficiales del ejército, empujaron al presidente Eisenhower y al Senado a actuar contra McCarthy y en 1954 fue destituido como miembro del Comité de Investigación Permanente del Senado.

La caza de brujas en Hollywood: En Marzo de 1947 se inició un nuevo tipo de intervencionismo sin precedentes en la industria del cine americano, entre otras razones porque la audiencia a directores y actores famosos proporcionó a los miembros del Comité de Actividades Antiamericanas una extraordinaria publicidad. Convocados a declarar 41 sospechosos, 19 de ellos se negaron a comparecer, juzgando la actuación indagatoria contraria a la Constitución, entre otros el escritor Alvah Bessie, el guionista Dalton Trumbo y el director Edward Dmytryk.

Simultáneamente el Comité de Actividades Antiamericanas definió netamente su postura afirmando que “cualquier investigación sobre las creencias políticas de un individuo es contraria a los principios básicos de nuestra democracia. Cualquier intento para torcer la libertad de expresión y establecer arbitrarios modelos de americanismo es en sí desleal, tanto el espíritu como a la letra de la Constitución”[3]

En apoyo de los que fueron calificados despectivamente de «testigos inamistosos» se movilizó el denominado Comité de la Primera Enmienda, que integró a cerca de 500 profesionales del cine, la prensa americana acuñó la expresión ”Los Diez de Hollywood” para designar a los diez prohombres que habían roto una lanza por los derechos constitucionales ante la Comisión de J.Parnell Thomas. En esa circunstancia defendieron la libertad figuras famosas, como Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Gregory Peck, Katherine Hepburn, Kirk Douglas, Burt Lancaster, Gene Kelly, John Huston. La euforia iba a deteriorarse con enorme rapidez. Humphrey Bogart dio la primera nota discordante al retractarse públicamente de su actuación en el Comité de de la Primera Enmienda. La deserción de Bogart creó un clima de desmoralización que desintegró rápidamente al Comité de la Primera Enmienda. “En realidad, en esta historia de la Primera Enmienda (Bogart) había sido arrastrado por su mujer, pues ella en cambio se interesaba mucho (por la política). Lo que realmente le interesaba a él era el base-ball.[4] (Declaración de John Huston a Bernard Eísenschitz, en abril de 1965). Entre los que colaboraron con el Comité y denunciaron a otros cineastas, pronunciando además discursos patrióticos de tono anticomunista, comparecieron Gary Cooper, Ronald Reagan, Robert Taylor.

COMENTARIO

En 1950 Elia Kazan delata a varios de sus compañeros camaradas del Partido Comunista, al que perteneció durante sus primeros tiempos teatrales. Ante sus primeras negativas para revelar nombres y tras amenazas y presiones de cercenar su trayectoria en Hollywood, Elia Kazan terminó finalmente colaborando con el Comité de Actividades Antiamericanas, dando lectura a una interesante y extensa carta, en la que reconoce sus actividades como miembro del Partido Comunista formando parte de la célula Group Theatre. Algunos nombres citados por Kazan en su delación, fueron los de John Garfield, Lee Strasberg, Lillian Hellman, Clifford Odets. Kazan con “Viva Zapata” (1951) y con “Fugitivos del terror rojo” (1952) -ambos films anticomunistas- trata de congraciarse con el sistema.

En 1954 “La ley del Silencio”, con guión del también delator Budd Schulberg, fue una película extraordinariamente eficaz en términos dramáticos, una inteligente apología de la delación. El dramático filme de Kazan se convierte en una auténtica parábola de la época, contra la persecución a la libertad de los individuos. Impone al guión un tono absolutamente poético como medio para intentar transmitir los motivos que pueden impulsar a una persona a declarar contra otras. La razón por la que el film se desarrolla en los muelles y hace a los estibadores los protagonistas del mismo, es poder encajar con facilidad a los personajes que van a representar a los sindicatos y al partido comunista. Es de sobra conocido que en los puertos de todo el mundo el contrabando es manifiestamente posible, y que son él cacique y/o las bandas mafiosas las que con sus métodos de corrupción, chantaje, miedo y violencia, logran hacerse dueños de los tinglados. El mafioso no le es ajeno al ciudadano norteamericano. Los inicios de Cosa Nostra datan del año 1908, de la misma fecha data la creación de “Federal Bureau of Investigation” conocido como el FBI. La entrada en vigor en 1919 de la 18ª enmienda de la Constitución, por la cual son prohibidas las bebidas alcohólicas, bajo la llamada Ley Seca vigente hasta el año 1933, tendrá como efecto un espectacular auge de los grupos mafiosos.

En el film Kazan se apoya en cinco personajes para el desarrollo de su parábola de la delación” Terry Malloy, Edie Doyle, Johnny Friendly, El padre Barrie y Charlie, “el señorito”. Cada uno de ellos representa metafóricamente algo de lo que ha perdido a consecuencia de su delación y que pretende recuperar y/o justificar. Terry Malloy es el “delator” con el que Elia Kazan se identifica, cuya moral es pragmática (1).

Edie Doyle es el “amor” que él siente por América, su patria de adopción. Él es oriundo de Estambul, nacido en Constantinopla en 1909, sus padres griegos emigran a EEUU, concretamente a Nueva Cork, ciudad de sueños y oportunidades cuando él contaba con cuatro años. Siente que es el momento de demostrar su apego a América delatando a aquellos que en el sentir social del momento son considerados antiamericanos por sus ideas.(2)

El padre Barrie simboliza la lucha por la libertad desde la fe, es el aguijón que se clava en la conciencia, es el triunfo del clericalismo, “el bien” sobre el ateísmo materialista, “el mal” (3). La historia evidencia que en la lucha contra el comunismo, (P.C.I) elecciones democráticas en Abril del 1948, el proselitismo confesional fue eficaz.

Charlie, el hermano de Terry Malloy, simboliza el arrepentimiento. Charlie trata de convencer a su hermano de que no declare en contra de la banda, pero Terry no cede, a pesar de la amenaza, y Charlie es asesinado (4). En este episodio de nuevo se refuerza el clericalismo como elemento de cohesión para la lucha.

Johnny Friendly, el jefe de la banda de mafiosos, representa al sindicato, éste junto con los miembros de la banda son citados a declarar ante la comisión, donde Terry Malloy se convierte en delator. Es el principio del fin de la tiranía, a la que “siempre” se puede vencer con la verdad. La democracia juzga al ciudadano ante el error, la dictadura proletaria le “elimina” (5).

Terry es repudiado por los estibadores y amigos del barrio. Kazan en estas escenas simboliza el vacío e incomprensión de la sociedad al delator. Él recibe un trato similar de Arthur Millar, amigo de Kazan fue su gran antagonista, tras las declaraciones de Kazan perdieron su amistad. En 1999 Elia volvió a estar en el candelero en la entrega del Oscar honorífico por parte de la Academia de Hollywood en reconocimiento a su labor profesional. La entrega de la estatuilla fue muy tensa, gran parte del público se negó a aplaudir, la traición a sus camaradas siempre le acompañó.

Terry va a los tinglados en busca de trabajo. Entran todos los estibadores menos él (6).  La culminación de la parábola se produce cuando los estibadores se niegan a entrar al trabajo si no entra Ferry. Finalmente se enfrenta al mafioso Johnny y recibe una paliza ante la mirada de los estibadores(7). De nuevo la simbología del amor a “América” y el “poder clerical” alcanza su máxima expresión (8).

Kazan con este final justifica la delación y que la traición a los camaradas ha de ser comprendida cuando están en juego los “valores supremos de la patria”.

Podemos cambiar de ideología. Todo evoluciona, las ideas también, pero la traición nunca está justificada, viola un valor básico contra la felicidad: la amistad, De todos los bienes que la sabiduría ofrece para la felicidad de una vida plena, el más grande es la adquisición de la amistad” Epicuro (M.C.XXVII)[5]

La muerte nos iguala, la evocación nos hace eternos, Elia Kazan será siempre recordado por unos como un gran director cinematográfico, autor de grandes films, por otros como un traidor que delató a sus compañeros. Sea como fuere, tendrá para siempre un lugar en el Olimpo de la historia del cine.

Notas

(1) Minuto 38 Terry le dice a Edie ¿sabes cuál es mi filosofía de vida?, házselo a él antes de que él te la haga a ti.

(2) Minuto 74 del film Edie le dice “apártate de mí, haz lo que tu conciencia te dicte”, Terry responde “conciencia no oigo nada más que decir eso, Edie, ¿tú me quieres?”.

(3) Minuto 50 cuando el padre Barrie ante el asesinato de Doogan dice a los estibadores: "Vine aquí a cumplir una promesa. Di la palabra a este hombre de que si él les hacía frente yo estaría a su lado, con todas las consecuencias. Doogan ha muerto[...] Hay quien asegura que la crucifixión ocurrió solamente en el calvario[…] Cada vez que esos malvados aplastan a un hombre que intenta cumplir con sus deberes de ciudadanía es una crucifixión. Los que contemplan impasibles estos crímenes, los que silencian cuanto saben sobre lo ocurrido, son unos cómplices más. Esta es mi iglesia. Y si no creéis que Cristo está aquí en estos muelles, estáis equivocados[...]. Ve a los padres de familia preocupados por conseguir un jornal para llevar un pedazo de pan a sus casas, y ve también como vendéis vuestras almas a esa turba por un día de jornal[...] ¿Qué piensa Cristo de los que no trabajan y viven a costa del esfuerzo de los demás? ¿Qué piensa de los individuos que llevan trajes de 150 dólares y sortijas de brillantes adquiridas a costa de vuestro sudor? ¿Qué piensa él, que habló contra el mal sin temor alguno a represalias, de vuestro cobarde silencio?".

(4) Minuto 65 observamos: “donde tenga la cabeza no interesa, quiero saber si es sordomudo o un chivato” dice Johnny “ojalá lo supiera” responde Charlie “por tu bien” responde Johnny.

(5) Minuto 85, hay una escena en la que se ve a un hombre de negocios de espaldas que está viendo la declaración de Terry por la televisión,

quita eso

¿desea algo más señor?

Sí, John, sí llama el señor Friendly, dile que no estoy

¿Hoy señor?

Siempre que llame

(6) Minuto 92 el capataz le dice “¿Quieres trabajar?, vuelve mañana”

(7) Minuto 96 comenta un estibador “después de todo es uno de ellos”.

(8) Minuto 98 al 100, los estibadores se niegan a entrar al trabajo si no entra Ferry. El padre Barrie le dice a Terryhas perdido la batalla pero puedes ganar la guerra” Terry pregunta “¿qué he de hacer?Barrie responde: “andar”. Terry entra al tinglado tambaleándose, le siguen sus compañeros, baja el cierre del tinglado.

BIBLIOGRAFIA

1 Gubern Román, “La caza de brujas en Hollywood” crónicas Anagrama 2002 Barcelona

2 Goldfield Michael, “El declive del sindicalismo en EEUU” M. Trabajo y Seguridad Social 1992.

3 http://usinfo.state.gov/esp/home/products/pubs/ushistoryesp/postwar

.htm

4 http://espanol.geocities.com/chm_k/indexhist.htm

5 http://es.geocities.com/elia_kazan2003/

6 Lledó Emilio “El epicureísmo. Una sabiduría del cuerpo y de la amistad” Círculo de lectores Barcelona 1999


CITAS

[1] http://usinfo.state.gov/esp/home/products/pubs/ushistoryesp/

postwar.htm

[2] http://espanol.geocities.com/chm_k/indexhist.htm

[3] Gubern Román, “La caza de brujas en Hollywood” crónicas Anagrama 2002 Barcelona p. 27- 28

[4] Gubern Román, O.Cit

[5] Lledó Emilio “El epicureísmo. Una sabiduría del cuerpo y de la amistad” Círculo de lectores Barcelona 1999 p.127

Autor: Antonio Alonso

17/6/10

Patriota

Patriota a Por una vez el destino hace justicia, me refiero a la victoria de Suiza sobre España, o lo que es lo mismo Barça 0 Suiza 1, ha vencido un país de banqueros (usura) a los nuevos ricos (futbolistas) patriotas. Anhelo que vuelva a casa lo antes posible y así poder ahorrarnos los seiscientos mil € por barba y doble para el cuadro técnico que se van a llevar por ganar “jugando” el mundial.

Uno siente vergüenza ajena cuando de las treinta y dos selecciones que compiten  en el mundial de futbol, España es la que otorga las primas más altas y paradójicamente contrasta con las de Alemania la segunda en cuantía, con trescientos veinte mil €, un país que económica y socialmente está a años luz del nuestro.

Cabria que ahora que se va elegir el día E el próximo 19 de Junio en el Instituto Cervantes la palabra más popular en castellano, fuera la de Patriota pero no para ensalzarla si no para corregir su significado: El que ha realizado algún sacrificio por ella (D.U.E de Mª Moliner) por otra más acorde con los tiempos actuales por ejemplo: El que la exprime mejor.

Ánimo que quedan pocos días para sugerir significados

16/6/10

Reflexiones sobre un ¿Por qué?

sociedad enferma

Hace unas semanas estando en el bar al que suelo ir cada mañana a tomar un café mientras ojeo el diario, sin pretenderlo —hablaban en voz alta— escuché una conversación entre dos parados del barrio:

No hay derecho, es una injusticia. Ciertamente no se puede tolerar ¿Habrán de hacer algo?

—decía uno de ellos, cargado de razones—

Porque, digo yo, ¿quien le da los pases al Messi?

—se preguntaba—

El Iniesta

confirma el compañero—

Entonces, ¿como es posible que a Messi le paguen diez millos de € al año y al Iniesta solo cuatro?

Cuanta injusticia, hay hoy en día, en el mundo— afirmaban ambos—

Al escuchar —de forma involuntaria— está conversación, sentí la necesidad de escribir el presente artículo, e invitar a reflexionar sobre las preguntas que me hice:

¿Cómo con un 20,05% de tasa de paro (4.612.700 parados) mostramos una postura social tan anodina?

¿Cuál es el “soma” si existe que anula nuestra voluntad?

¿La indiferencia social es la causa o el síntoma de una sociedad enferma?

1ª ¿Cómo con un 20,05% de tasa de paro (4.612.700 parados) mostramos una postura social tan anodina?

Contextualización:

El sistema “neoliberal” que comenzó a gestarse a mediados de la década de los setenta en la Escuela Económica de Chicago. El impulsor fue el Premio Nobel de Economía Milton Friedman (1976) cuya teoría sostenía que: las empresas no tienen otra responsabilidad que la de maximizar sus beneficios y no de dedicarse a la filantropía y la acción social. La asunción de la teoría neoliberal por mandatarios políticos como: Margaret Hilda Thatcher primera ministra en el Reino Unido entre 1979 y1990; Ronal Reagan presidente de los EEUU entre 1981 y 1989. Así como el hecho acaecido el 9 de noviembre de 1989, Alemania, con la caída del muro de Berlín y su posterior unificación. La desmembración de URSS y por ende la desaparición de los bloques. Propicia el auge del sistema neoliberal basado en el monetarismo especulativo que a tan amarga situación nos avocado hoy con su “economía canalla”.

En el transcurso de estás décadas hemos ido perdiendo de forma paulatina la conciencia de clase de “trabajadores”, a día de hoy son pocos los que así se consideran, se hacen llamar técnico, experto, empleado o en su defecto se reconocen por la ocupación que desempeñan, todo menos obrero o trabajador, denominación arcaica que ya no va con los “tiempos modernos”. Paradójicamente el sufrimiento laboral, aunque diferente al del nuestros mayores, es si cabe más cruel, en suma, hemos perdido lo que en tiempos pretéritos cohesionó al proletariado en la lucha social, la conciencia de “ser”.

Respuesta:

Un espíritu individualista “del sálvese quien pueda” anula todo sentimiento de empatía o proximidad, la ausencia de compasión nos impide ponernos en el lugar del otro(el desocupado). Fruto de ello es un afán competitivo, —desmesurado—que frena toda acción colectiva.

2ª ¿Cuál es el “soma” si existe que anula nuestra voluntad?

Contextualización:

Sería fácil atribuirlo a la magnificación que el sistema hace a través de los mass media del héroe o héroes, convirtiéndoles en imágenes de culto y estereotipos a imitar, si bien hay una parte de certeza, no es ni la única causa, ni la más poderosa.

Un anuncio que pretende estimular en el ciudadano el deseo de comprar un número de la ONCE, es un breve pero significativo ejemplo de cómo nos sentimos. Explica el anuncio: Se ve a un grupo de gente “felices” y saltando de alegría, les ha tocado el premio máximo y se oye una voz en off que dice “tú también algún día puedes pasar al otro lado” comprando un numero de la ONCE. El otro lado es la clave, está el poder que te otorga el dinero y la “felicidad” que supone poseer todo lo que él te da. En este lado no existe la posibilidad de ser feliz, solo la rutina del pobre, el “trabajo”.

Respuesta:

La desigualdad social nos obliga a aparentar lo que no somos, para ser reconocidos por una sociedad donde el tener es más importante que el ser. La publicidad nos marca el camino a seguir para lograrlo. Hemos renunciado a la individualidad personal que nos hace irrepetibles, a compartir nuestra riqueza a la vez que enriquecernos con el otro, por un individualismo colectivo de las formas, que anula voluntades.

3ª ¿La indiferencia social es la causa o el síntoma de una “sociedad enferma”?

Contextualización:

La guerra mundial de los años cuarenta del pasado siglo fue la primera en la que la sociedad civil se vio afectada, la lucha entre los contendientes no se limitó al frente, sino castigó de forma disuasoria a la población indefensa. El primer ensayo de la nueva técnica militar, lo pudimos ver y padecer en la guerra civil española con los bombardeos indiscriminados de la aviación en las ciudades, un ejemplo ilustrativo es el bombardeo de Guernica por la aviación “alemana”.

La lucha contra el fascismo generó cincuenta millones de muertos y la destrucción de la Europa democrática, el dolor solidario cohesionó a sus ciudadanos. Había que reconstruir el viejo continente. Los EEUU vieron una oportunidad para sus intereses económicos y políticos y en 1947 propuso a la Europa Occidental el famoso Plan Marshall. Su aplicación hasta 1952 generó el nacimiento del Welfare State o Estado del Bienestar, donde el Estado provee a los ciudadanos de garantías sociales. En España su instauración y desarrollo se inicia en 1977 con el Pacto de la Moncloa.

El progreso tecnológico tiene su evolución más significativa en el último tercio del siglo veinte y durante la década del presente. La conjunción de tecnología productiva que requiere menor mano de obra, con el monetarismo “neoliberal” que potencia la especulación sobre la producción, provoca la precarización laboral. Esta precariedad genera una escisión entre los trabajadores: los que tienen trabajo y las victimas del desempleo “parados”.

Respuesta:

Los efectos que produce la precariedad, entre los trabajadores son diversos, pero yo destacaría como el más esencial el miedo a perder su estatus laboral, lo que le convierte en un ser proclive a la sumisión que neutraliza cualquier intento de movilización colectiva contra el sufrimiento, la dominación y la alienación. Nos volvemos silenciosos, ciegos y sordos ante el sufrimiento ajeno, llegando a aceptar el nuestro como mal menor necesario. Cada cual debe preocuparse en primer término de “mantenerse a flote” pues “no hay nada que hacer”. Tal vez cabría recordar el eslogan de los campos de trabajo nazis: El trabajo os hará libres

Obviamente a mi parecer la indiferencia social es un síntoma, uno más, en una “sociedad enferma”.

1/6/10

Copago sanitario

sanidad

    Hoy, después de ir hacer un encargo para una vecina—una anciana de ochenta y nueve años— de mi escalera, se trataba de ir al ambulatorio del barrio a solicitar a los servicios sociales la Teleasistencia que consiste en la instalación de un sistema de “manos libres” con el que, el usuario se puede comunicar con el centro sociosanitario para requerir ayuda las 24 horas del día y los 365 días del año.

    He sido atendido amablemente por un Trabajador Social que una vez rellenado un impreso con los datos del futuro usuario y de comunicarme que es preceptivo un informe médico, me ha comentado —para mi sorpresa— que ha de tener “un poco” de paciencia, entre siete u ocho meses, para su adjudicación. He salido un tanto trastornado —al pensar— que quizás mi anciana vecina no tenga la oportunidad de disfrutarlo, a tenor de su patología.

    Absorto en mi pensamientos me he encaminado al bar donde cada mañana tomo el café y leo la prensa —uno de mis vicios— después de cómo siempre recordarle al camarero que en vaso y con la leche caliente. Al hojear el periódico me ha sorprendido la noticia de que los “expertos” consideran necesario que el gobierno imponga a los ciudadanos el co-pago sanitario como medida de ahorro y esponjamiento en el uso del sistema sanitario. Sensible por los acontecimientos matutinos, la noticia ha sido un aldabonazo a mi sentido común, lo que me motiva hacer una breve reflexión pública a través de presente artículo.

    Contextualización

    El coste sanitario por cápita en nuestro país es de 1816 € anuales con los que se presta una atención integral a toda la población, todo siendo el más barato de la UE,  proporciona una mayor cobertura.  Esto supone un tercio de los ingresos recibidos por las arcas del Estado el año pasado, 9,5% de PIB. La partida en la dispensación de fármacos es el 32% del presupuesto, superando en siete puntos a la media de la UE. La frecuentación es de 8,1: las veces que vamos al médico al año. Es superior significativamente a la media de la UE.

    El prestigio de nuestro Sistema Nacional de Salud por prestaciones y calidad es apreciado por los habitantes comunitarios que origina “el turismo sanitario”, gravando en forma y manera nuestros recursos. De igual manera, la oferta laborar tentadora por parte de algunos estados miembros de la UE a nuestros profesionales sanitarios, menguan nuestro capital humano. Nosotros los formamos y ellos los disfrutan. Si tenemos en cuenta el aspecto demográfico en nuestro país, es algo que no nos podemos permitir.

    El aumento de la esperanza de vida es de 80,5 año de media (77 en hombre 84 en mujer). El índice de envejecimiento es del 22% con un aumento progresivo de personas mayores de 80 años. Si bien con la llegada de emigrantes durante la última década ha supuesto un balón de oxigeno para nuestra pirámide demográfica, pero no lo suficiente para equilibrar el reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer fértil).

    En la actualidad es de 1,48 hijos (valores del 2008) el más positivo desde de los años setenta. A tenor de los datos, es lógico pensar como poco viable alcanzarlo en las próximas décadas. Circunstancia esta que evidencia una sociedad con un alto índice de senectud. Lo que presupone que la tasa de actividad: el número de personas en edad de trabajar (entre 16 y 64) decrecerá.

    Obviamente los datos que aporto para la reflexión podrían ser más extensos, pero considero que a pesar de ser pequeñas pinceladas son suficientes para situarnos en el contexto.

    Análisis

    La primera pregunta que cabe hacernos es: ¿Podrá el sistema soportar el incremento de demanda asistencial?. A mi entender, todo y que me declaro lego en economía, por sentido común la respuesta es no. Un sistema que supera año tras años en su presupuesto anual un 10% acumulable está condenado a la quiebra.

    ¿Es acertada la propuesta de la administración del co-pago como una solución? No, porque sería discriminatorio con un colectivo “el pensionista” que por necesidad real o sentida es el que mayor demanda sanitaria solicita. Cuyos ingresos mensuales no superan de media los setecientos €. Teniendo en cuenta que el sentimiento de ahorro ”para una necesidad futura” se haya muy arraigado en la senectud, todo y que, cuando se les pregunta que valoran más, dicen la salud. Comportaría una autoexclusión sanitaria.

    Propuestas

  1. El 32% del presupuesto del Sistema Nacional de Salud es para la dispensación de fármacos. En la actualidad la dispensación se realiza suministrando al usuario un envase con el fármaco para su autoadministración. Habitualmente las dosis que contienen no cubren lo que requiere el tratamiento, circunstancia que obliga a adquirir un segundo envase, con lo que supera en un porcentaje lo requerido. La aplicación de la unidosis evitaría un despilfarro innecesario. El uso de genéricos es todavía bajo en todo el estado. En Catalunya paradójicamente cada ciudadano tira 6Kg de medicamentos al año.

  2. Es deseable que el SNS devuelva al ciudadano la responsabilidad de su salud , que le fue secuestrada merced al progreso tecnológico. Mediante una educación sanitaria, al ciudadano desde la asistencia primaria y la implementación de recursos en la medicina preventiva. La asunción de que la salud es un capital para toda vida y que consecuentemente no debemos despilfarrarla es una enseñanza a inculcar.

  3. La ausencia de conciencia histórica que nos haga conscientes de donde partimos y donde estamos, nos avoca a menospreciar o infravalorar aquello que poseemos. Sería de menester informar al ciudadano de los logros sociales alcanzados, no para acallar la critica, sino para hacerla constructiva, para un bien común.

  4. El aumento de personas mayores de 65 años y superiores a 80 no tiene correspondencia con el aumento de especialistas en geriatría en nuestro SNS. Lo que genera una gerontofobia sanitaria que parte de estereotipos como el que la enfermedad es consustancial con la vejez.  La instauración de más personal especialista en gerontología sería positivo para la atención de un colectivo con un elevado índice de comorbilidad.  Lo que permitiría una mejor atención asistencial al paciente a la vez que generaría un ahorro al SNS al racionalizar el tratamiento.

  5. Entiendo que es necesario preguntarnos: ¿El progreso de la tecnología médica puede alargar y mejorar la calidad de vida en la edad avanzada, indefinidamente?. ¿A qué consideramos calidad de vida?. ¿En el testamento biológico se habría de poder incluir la eutanasia activa?. ¿Debemos exigir corresponsabilidad al paciente en el tratamiento médico quirúrgico?,  ¿? etc…

Obviamente vamos a una sociedad que se habrá de enfrentar por primera vez a lo largo de su historia a que, la población mayor de 65 años, supere a la comprendida entre 0-15 años. Según las proyecciones demográficas en tres décadas la llegará a doblar en porcentaje. Ante este futuro “teórico” cabe reflexionar y elaborar propuestas sociosanitarias que sin el menoscabo de los derechos de los mayores no hipotequen el futuro de aquellos que han de llegar a serlo. El ocultar la cabeza como la avestruz ante la realidad que no agrada, o la indiferencia social, no nos librara del sufrimiento.