1/6/10

Copago sanitario

sanidad

    Hoy, después de ir hacer un encargo para una vecina—una anciana de ochenta y nueve años— de mi escalera, se trataba de ir al ambulatorio del barrio a solicitar a los servicios sociales la Teleasistencia que consiste en la instalación de un sistema de “manos libres” con el que, el usuario se puede comunicar con el centro sociosanitario para requerir ayuda las 24 horas del día y los 365 días del año.

    He sido atendido amablemente por un Trabajador Social que una vez rellenado un impreso con los datos del futuro usuario y de comunicarme que es preceptivo un informe médico, me ha comentado —para mi sorpresa— que ha de tener “un poco” de paciencia, entre siete u ocho meses, para su adjudicación. He salido un tanto trastornado —al pensar— que quizás mi anciana vecina no tenga la oportunidad de disfrutarlo, a tenor de su patología.

    Absorto en mi pensamientos me he encaminado al bar donde cada mañana tomo el café y leo la prensa —uno de mis vicios— después de cómo siempre recordarle al camarero que en vaso y con la leche caliente. Al hojear el periódico me ha sorprendido la noticia de que los “expertos” consideran necesario que el gobierno imponga a los ciudadanos el co-pago sanitario como medida de ahorro y esponjamiento en el uso del sistema sanitario. Sensible por los acontecimientos matutinos, la noticia ha sido un aldabonazo a mi sentido común, lo que me motiva hacer una breve reflexión pública a través de presente artículo.

    Contextualización

    El coste sanitario por cápita en nuestro país es de 1816 € anuales con los que se presta una atención integral a toda la población, todo siendo el más barato de la UE,  proporciona una mayor cobertura.  Esto supone un tercio de los ingresos recibidos por las arcas del Estado el año pasado, 9,5% de PIB. La partida en la dispensación de fármacos es el 32% del presupuesto, superando en siete puntos a la media de la UE. La frecuentación es de 8,1: las veces que vamos al médico al año. Es superior significativamente a la media de la UE.

    El prestigio de nuestro Sistema Nacional de Salud por prestaciones y calidad es apreciado por los habitantes comunitarios que origina “el turismo sanitario”, gravando en forma y manera nuestros recursos. De igual manera, la oferta laborar tentadora por parte de algunos estados miembros de la UE a nuestros profesionales sanitarios, menguan nuestro capital humano. Nosotros los formamos y ellos los disfrutan. Si tenemos en cuenta el aspecto demográfico en nuestro país, es algo que no nos podemos permitir.

    El aumento de la esperanza de vida es de 80,5 año de media (77 en hombre 84 en mujer). El índice de envejecimiento es del 22% con un aumento progresivo de personas mayores de 80 años. Si bien con la llegada de emigrantes durante la última década ha supuesto un balón de oxigeno para nuestra pirámide demográfica, pero no lo suficiente para equilibrar el reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer fértil).

    En la actualidad es de 1,48 hijos (valores del 2008) el más positivo desde de los años setenta. A tenor de los datos, es lógico pensar como poco viable alcanzarlo en las próximas décadas. Circunstancia esta que evidencia una sociedad con un alto índice de senectud. Lo que presupone que la tasa de actividad: el número de personas en edad de trabajar (entre 16 y 64) decrecerá.

    Obviamente los datos que aporto para la reflexión podrían ser más extensos, pero considero que a pesar de ser pequeñas pinceladas son suficientes para situarnos en el contexto.

    Análisis

    La primera pregunta que cabe hacernos es: ¿Podrá el sistema soportar el incremento de demanda asistencial?. A mi entender, todo y que me declaro lego en economía, por sentido común la respuesta es no. Un sistema que supera año tras años en su presupuesto anual un 10% acumulable está condenado a la quiebra.

    ¿Es acertada la propuesta de la administración del co-pago como una solución? No, porque sería discriminatorio con un colectivo “el pensionista” que por necesidad real o sentida es el que mayor demanda sanitaria solicita. Cuyos ingresos mensuales no superan de media los setecientos €. Teniendo en cuenta que el sentimiento de ahorro ”para una necesidad futura” se haya muy arraigado en la senectud, todo y que, cuando se les pregunta que valoran más, dicen la salud. Comportaría una autoexclusión sanitaria.

    Propuestas

  1. El 32% del presupuesto del Sistema Nacional de Salud es para la dispensación de fármacos. En la actualidad la dispensación se realiza suministrando al usuario un envase con el fármaco para su autoadministración. Habitualmente las dosis que contienen no cubren lo que requiere el tratamiento, circunstancia que obliga a adquirir un segundo envase, con lo que supera en un porcentaje lo requerido. La aplicación de la unidosis evitaría un despilfarro innecesario. El uso de genéricos es todavía bajo en todo el estado. En Catalunya paradójicamente cada ciudadano tira 6Kg de medicamentos al año.

  2. Es deseable que el SNS devuelva al ciudadano la responsabilidad de su salud , que le fue secuestrada merced al progreso tecnológico. Mediante una educación sanitaria, al ciudadano desde la asistencia primaria y la implementación de recursos en la medicina preventiva. La asunción de que la salud es un capital para toda vida y que consecuentemente no debemos despilfarrarla es una enseñanza a inculcar.

  3. La ausencia de conciencia histórica que nos haga conscientes de donde partimos y donde estamos, nos avoca a menospreciar o infravalorar aquello que poseemos. Sería de menester informar al ciudadano de los logros sociales alcanzados, no para acallar la critica, sino para hacerla constructiva, para un bien común.

  4. El aumento de personas mayores de 65 años y superiores a 80 no tiene correspondencia con el aumento de especialistas en geriatría en nuestro SNS. Lo que genera una gerontofobia sanitaria que parte de estereotipos como el que la enfermedad es consustancial con la vejez.  La instauración de más personal especialista en gerontología sería positivo para la atención de un colectivo con un elevado índice de comorbilidad.  Lo que permitiría una mejor atención asistencial al paciente a la vez que generaría un ahorro al SNS al racionalizar el tratamiento.

  5. Entiendo que es necesario preguntarnos: ¿El progreso de la tecnología médica puede alargar y mejorar la calidad de vida en la edad avanzada, indefinidamente?. ¿A qué consideramos calidad de vida?. ¿En el testamento biológico se habría de poder incluir la eutanasia activa?. ¿Debemos exigir corresponsabilidad al paciente en el tratamiento médico quirúrgico?,  ¿? etc…

Obviamente vamos a una sociedad que se habrá de enfrentar por primera vez a lo largo de su historia a que, la población mayor de 65 años, supere a la comprendida entre 0-15 años. Según las proyecciones demográficas en tres décadas la llegará a doblar en porcentaje. Ante este futuro “teórico” cabe reflexionar y elaborar propuestas sociosanitarias que sin el menoscabo de los derechos de los mayores no hipotequen el futuro de aquellos que han de llegar a serlo. El ocultar la cabeza como la avestruz ante la realidad que no agrada, o la indiferencia social, no nos librara del sufrimiento.

No hay comentarios: