Hace unos días oí en las noticias que comentaban el aumento de pequeños hurtos en los supermercados de las grandes multinacionales, las personas ya no roban para lucrarse en la reventa del producto substraído, sino que lo hacen para comer. La crisis económica afecta a todos pero de forma y manera más significativa a los pensionistas y parados que debido a su precariedad económica no cubren sus necesidades básicas y ante la imposibilidad de crédito se ven motivados a pequeños hurtos para subsistir.
Este comentario pretende ser un preámbulo para tratar de analizar de forma sucinta la problemática del deterioro del tejido social en los barrios, su génesis y sus consecuencias socio-sanitarías en la población.
En los años anteriores a la instauración de la Democracia, vivimos el momento de mayor sinergia ciudadana en pos de una ilusión cual era lograr la libertad. Todos, bueno, casi todos los ciudadanos luchábamos desde las asociaciones vecinales de una forma u otra en pos del ideal democrático.
Existía un sentimiento solidario, nadie era indiferente para el otro, todos sumábamos. Fue este sentimiento popular el que años más tarde venció al golpe de Estado del 81. Tuve la oportunidad de volver a sentir esa sensación mágica en el transcurso de las Olimpiadas del 92, fueron cuatro años en pos de un sueño que transformó nuestra ciudad Mediterránea que vivía de espaldas a su mar, una ciudad abierta a él, a su luz, llena de la energía vital de los pueblos del Mare Nostrum.
¿Qué ha sucedido para que a lo largo de estos años de forma paulatina la ciudadanía haya ido perdiendo el colectivismo en aras de un individualismo bajo la consigna sálvese quien pueda?. Es complejo —si uno no es experto— poder definir de forma taxativa las causas que propician esta actitud social, no obstante, si observamos con un cierto detenimiento, qué visión general obtenemos del entorno social de nuestro barrio es la siguiente:
-Aumento de aéreas comerciales mayoristas con el menoscabo de los pequeños comercios detallistas.
-Un elevado índice de población senescente y una tasa no despreciable de longevos.
-Poco tejido asociativo.
-Colectivo de inmigrantes.
-Un grado elevado de indiferencia social.John Naisbett, un comentarista profesional del futuro, afirma que la manera más fiable de anticipar el futuro es mediante la compresión del presente. Aunque esta afirmación encierra en sí misma verdad, no siempre se manifiesta en una sociedad globalizada.
Teniendo en cuenta el medio de expresión que utilizo, para exponer mis comentarios referentes a este tema que me ocupa, considero conveniente el fraccionamiento del artículo en diferentes apartados cronológicos: comercio detallista; población senescente; inmigración e indiferencia social.
Comercio detallista.
Sí es cierto que el “progreso” nos facilita el quehacer diario y gracias a él tenemos a día de hoy una esperanza de vida más prologada, no es menos cierto que cada vez nos aísla más de nuestras relaciones sociales y lentamente pero sin pausa nos induce a abandonar el ”homo sociales” para convertirnos en “homo singularis” indiferente e insensible a todo aquello que no aporte interés o beneficio a nuestro ego.
Debemos de elegir qué tipo de barrio deseamos para la convivencia, podemos optar entre dos tipos antagónicos: el barrio centrífugo o el centrípeto:
El “centrífugo” es un barrio disperso, sin núcleo, sin vida vecinal y desprovisto de identidad; es un barrio motorizado y difuso donde el vehículo es pieza esencial y el hábito de pasear ha sido expulsado. El vecino apenas realiza ninguna actividad social o económica en él, relegándolo a un mero barrio dormitorio sin alma.
El “centrípeto” es el que posee un centro que como en la ciudad del Medievo sirve de ágora, de foro, de punto de reunión, de lugar de encuentro y convivencia de su vecindario. En este modelo el elemento vertebrador del mismo es el pequeño comercio, alma mater de la relación social de sus habitantes.
Hace unos días la prensa nos informaba de la pérdida de más de 40.000 pequeños comercios hecho que avanzaba a un ritmo de 100 comercios diarios. La incidencia que estas pérdidas tienen en tejido social de los barrios históricos socialmente consolidados es grande y afecta también a aquellos nuevos barrios de la periferia, en donde los edificios que se levantan adolecen, en la mayoría de los casos, de espacios reservados en su planta baja para locales comerciales, lo que dificulta sobremanera su vertebración social.
El sistema de mercado que hemos creado tiene como único regulador el propio mercado basándose en la oferta y la demanda. Este ha quedado cuando menos en entredicho con la actual crisis, que tiene su génesis en la codicia especulativa. Aquellos codiciosos que la han propiciado —léase los Bancos entre otros— son los que han reclamado con vehemencia la ayuda estatal, que todos pagamos. La financiación para la construcción de las grandes superficies e hipermercados, proviene de los beneficios de la especulación.
El incremento de estas áreas comerciales así como el propósito de la liberalización de los horarios comerciales, no crea puestos de trabajo, como aduce la patronal del sector, sino más mileuristas, en el mejor de los casos, sin derecho a una vida social.
Haciendo uso de nuestra libertad debemos elegir qué sociedad queremos para nuestros barrios, la mercantil de la oferta y la demanda o la social comprometida. Si la opción es la social es imprescindible acudir en ayuda del pequeño comercio. El comercio minorista, “hace barrio” es el auténtico elemento vertebrador de la actividad de los barrios a los que da vida.
"Una sociedad más vieja necesita más comercios a pie de calle. Para las personas mayores es importante tener esas tiendas de proximidad, ya no sólo por sus problemas de movilidad, sino por su necesidad de conservar cierta vida social", argumenta la Antropóloga Paloma Gómez Crespo.
2 comentarios:
Antonio, en mi barrio los nuevos comercios los abren los pakistanís y chinos, comercios que las gentes de bien vivir y que fueron inmigrantes en su tiempo se niegan apisar por un claro prejuicio acerca del inmigrante, otro dato a tener en cuenta.
Muy interesante tu artículo, espero impaciente la continuación.
En la eixample un alquiler de un local de unos 100m2 te puede costar mas de 2500 €. Mohamed que antes vendia tabaco clandestino ahota tiene un locutorio y un badulaque. Oh como pudo ser? como cualquier parado no puede montar negocios?.Mohamed explota a sus hijos y a otros paisanos. Salario una habitacion hacinada y horarios de mas de doce horas de Lunes a Domingo y buenos eso si de 600 a 800€. Ese es el futuro del comerio?
Mi opinion es que la nueva ley de alquiler lo ha quemado todo y que un local es muy dificil de amortizar sino es haciendo una maraton de horas a cambio de un sueldo a veces ni mileurista.
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