7/10/10

Cinco minutos de gloria

evolucion

Me reconozco un animal de costumbres y a tal efecto suelo ir cada domingo a leer el diario “El País” al Ateneo Barcelonés sito en el Carrer Canuda. Me acomodo plácidamente en su jardín —un oasis en desierto de asfalto de la ciudad— y me enfrascó en la lectura delante de una humeante taza de café con leche, eso sí caliente, pues uno, ya forma parte del colectivo de los eternamente desocupados y a estas edades, apetecen las cosas calientes.

De vuelta a casa, utilizo el transporte público: el Metro de la Plaza Catalunya. Al pasar por la Rambla de Canaletas he observado a un nutrido grupo de jóvenes —del movimiento social animalista— cada uno de ellos mostraba un póster de un animal,  uno al costado del otro, a la vez una pancarta que hacía alusión al maltrato que hacemos a los animales, no he podido por más que hacerles la observación, que a mí entender había una ausencia notable, el Homo Sapiens “Oppressus” el más fustigado perseguido de este planeta.

Resulta chocante cuando no paradójico en la situación socioeconómica global que actualmente nos afecta, ver a  nuestros jóvenes más motivados a defender los derechos de los animales —no seré yo el que, no considere justa su defensa (“Liberación Animal” Peter Singer 1975)— que luchar por sus propias reivindicaciones sociales, véase el acceso a un trabajo digno.

Sin pretender menoscabar el derecho que todo ciudadano tiene, a expresar de la manera que mejor considere sus opiniones, considero que la repercusión informativa que le otorgan los medios de difusión, provoca un efecto llamada en pos de los cinco minutos de gloria televisiva.Son nuestros políticos de todo pelo, los que en vísperas las próximas elecciones, lanza la red en busca del voto emotivo de la “causa justa”, manifestándose a favor o en contra de la misma según convenga a sus intereses partidistas.

Una sociedad narcotizada por los medios audiovisuales permite, que estos acontecimientos reivindicativos de bajo relieve político, enmascaren el incumplimiento de los programas sociopolíticos, por los que los ciudadanos les elegimos en las anteriores elecciones, como decimos por estos lares “embolica que fa fort”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ahí la has clavado. Estoy totalmente de acuerdo contigo.

EM