2/5/12
Una cosa es predicar, y otra dar trigo.
Hemos de recuperar la conciencia de clase. La aparente riqueza —que hoy se confirma— nos hizo creernos conceptualmente diferentes, dejamos de ser trabajadores reivindicativos para denominarnos, acorde con los tiempos, profesionales o técnicos cualificados. Quien renuncia a sus orígenes pierde su identidad. Creíamos en el “si tú quieres puedes”, pero el sueño de un gato no le hace tigre. Olvidamos que en la mesura estriba la felicidad. “Nunca mucho de nada” decían los filósofos griegos. Confundimos la individualidad por individualismo y nada es sin el otro.
Un breve resumen de nuestra historia comunitaria y monetaria, se hace necesario —a mi entender— para poder comprender una parte importante del porqué de “nuestra crisis”.
La Unión Europea tuvo sus orígenes en el año 1951 con la creación de la (CECA) Comunidad Europea del Carbón y el Acero. Con posterioridad en el 57 seis países constituyen la Comunidad Económica Europea. Habrán de transcurrir más de treinta años para la UE tal como la conocemos en la actualidad. El Tratado de la Unión Europea (TUE) fue firmado en 1992 en la ciudad holandesa de Maastricht y el 1 de noviembre de 1993 la UE queda constituida como tal. El 1 de enero de 1999 se fijan los tipos fijos de cambio de cada una de las monedas con respecto al euro, y el Banco Central Europeo sustituye al Instituto Monetario Europeo. La Unión Económica y Monetaria (UEM) se reafirma con las nuevas monedas y billetes de euro en el año 2002.
Es harto frecuente, —no hay mejor manera para hacer de mentira verdad que repetirla— oír de forma reiterativa a los miembros del Gobierno y sus adláteres del partido popular (PP), que los ciudadanos de este país nuestro hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que las instituciones sociales y sanitarias han despilfarrado recursos. Razones todas ellas válidas para que sea necesario, sin ninguna duda razonable, la aplicación de políticas de ajuste estructural, o lo que es lo mismo, recortes de toda mena.
Los países: Grecia; Italia; Portugal; España; Irlanda (siglas en ingles GIPSI). Antes de la UEM su poder crediticio era bajo debido a la desconfianza de los inversores que solicitaban garantías adicionales, es decir un seguro que garantizara su devolución o demora en el pago. Con la equiparación monetaria el dinero fluye a estos países —en concreto al nuestro— a intereses más bajos y sin traba alguna. Las preguntas pertinentes son: ¿En qué invirtieron los bancos los préstamos? ¿En potenciar a la industria para hacerla competitiva? ¿En potenciar en las empresas la Calidad Total o Excelencia? ¿En investigación y desarrollo (I+D)? La respuesta resulta obvia a tenor de los hechos. En el ladrillo.
La liberalización del suelo en 1996, en la VI legislatura presidida por José María Aznar—un neoliberal de pro— y el flujo de crédito a bajo interés hace decir al Sr. Rodrigo Rato ministro de Economía (en Canadá 20/11/2003) a una interpelación del periodista sobre el coste de la vivienda en España: "La causa primordial, sin duda alguna, es que en España hoy se construyen 700.000 viviendas y se venden. Por lo tanto, no busquemos tres pies al gato. Quiero recordar que esas viviendas son 475.000 más de las que se construían hace ocho años. No creo que haya muchas industrias en España que hayan aumentado su producción en ese porcentaje y, sin embargo, los ciudadanos las compran".
En la actualidad a día de hoy “El volumen total de activos problemáticos en manos de los bancos ascendía a 184.000 millones de euros en diciembre de 2011, lo que significa un 60% de la cartera de construcción y promoción de las entidades, según ha informado este viernes el Banco de España, que califica ese porcentaje de reconocimiento de activos dañados como "muy significativo".
Muchos de nuestros jóvenes tentados por la retribución salarial que la construcción ofrecía, abandonaron sus estudios básicos. Hoy forman parte del colectivo amplio de adultos sin formación. Bien es cierto que nadie les obligo, pero no lo es menos que hay grados de responsabilidad y el uso especulativo del crédito para maximizar el beneficio es muy superior. Hoy sufrimos, los de siempre, los mortales (los trabajadores), la codicia de los dioses (los banqueros).
“Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid”, nuestro Presidente, previo asesoramiento, como no, de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), cuyo presidente a la vez que de honor del PP es José María Aznar, pretende medidas similares a las que aplicó Margaret Thatcher en la década de los 80 en el Reino Unido. Es decir privatizar toda la empresa pública rentable, así como, las instituciones sociales como es (SNS) Sistema Nacional de Salud.
Que el lenguaje claro “Decir siempre la verdad, aunque duela, sin adornos y sin excusas: llamar al pan, pan, y al vino vino”, (Rajoy, en su investidura de diciembre de 2011), no nos embauque. El Ejecutivo llama a la amnistía fiscal “ley de regularización”; a la reforma laboral “flexibilización de las condiciones para evitar el despido”; a los recortes sanitarios “copago progresivo de los medicamentos”; a la subida del IRPF “recargo temporal de solidaridad” y a la del IVA “subida de impuestos indirectos en términos hacendísticos”.
La política de austeridad draconiana, basada en continuos recortes salariales y sociales a la que la Canciller Alemana y presidenta de Unión Demócrata de Alemania (CDU por sus siglas en alemán) Sra. Angela Merkel, está sometiendo a los pueblos del sur de la UE e Irlanda (GIPSI), tiene similitud con lo acaecido en la década de los treinta en su país.
Después del Tratado de Versalles, las condiciones draconianas a la que los vencedores sometieron a Alemania para el pago de las “reposiciones”, favoreció la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores, o partido Nazi. Un claro ejemplo de que la impotencia casi siempre acaba generando violencia.
Entiendo, no por los conocimientos que poseo, sino por sentido común, que otra política social y económica es posible.
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