El Roto
De siempre me he sentido atraído por la ideología de
izquierdas, tal vez a consecuencia de mi lugar de nacimiento la “ciudad del no
pasarán”, o quizás por la rigidez ideológica y de fe a la que me ví sometido
durante mi infancia, pubertad y adolescencia. Durante años no distinguí
entre Comunismo y Socialismo, solo entendía que era necesario hacer
frente al régimen franquista. La muerte del dictador trajo consigo el inicio de
un incipiente aperturismo social y político, que culminó con las primeras
elecciones generales (Legislatura Constituyente) el 15 de Junio del 1977.
Ya han transcurridos 38 años desde las primeras elecciones
democráticas y 37 desde el referéndum de la actual Constitución que fue
ratificada por el 87,78% de votantes que representan el 58,97 del censo
electoral. El 1 de Marzo 1979 se llevan a cabo las primeras elecciones
democráticas para la formación de la Cámara Baja (Diputados 350) y
Cámara Alta (Senadores 266). A lo largo de estos años hemos tenido I
Legislatura Constituyente y XI Legislaturas con la futura.
En estos 38 años transcurridos de Democracia el mundo
ha cambiado de forma significativa, en lo político, social y
económico. Nosotros aún tuvimos la oportunidad de “gozar” de los coletazos del
Estado del bienestar, del que disfrutó la Europa de los vencedores. El derribo
del muro de Berlín el 10 de noviembre de 1989, supuso la reunificación de
Alemania y algo más, el inicio de un mundo globalizado. A mi entender el muro no
se derribó, sino que nos calló encima. Es el florecimiento de la teoría
económica del neoliberalismo, auspiciado por la Escuela Económica de Chicago,
cuyo valor intelectual son: Friedrich
Hayek y Milton Friedman. Los líderes políticos que más apoyaron el neoliberalismo
fueron Margaret Thatcher y Ronald Reagan con
sus políticas neoliberales.
La indiferencia nihilista de la ciudadanía por todo aquello
que tenga que ver con la política, a lo largo de estas dos últimas décadas, ha
propiciado que de manera paulatina se haya generalizado la idea que la política
y por ende los políticos, sean un mal imprescindible, necesario, en una
sociedad democrática. Verbigracia nos hemos convertido “homo economicus”
que tiene como objetivo la maximización del beneficio, asumiendo que la
acción política nada puede hacer ante los mercados financieros.
A la par de la indignación social fruto de la frustración
sociopolítica, han surgido movimientos sociales reivindicativos. Véase el 15M
del 2011 de la Puerta del Sol. Estos movimientos sociales en el transcurso de
esta última legislatura, han logrado cohesionarse en plataforma política de
izquierdas bajo el apelativo común de Podemos en distintas comunidades:
Galicia; Aragón; Valencia; Cataluña; Andalucía; Asturias; Madrid. Y han
obtenido el reconocimiento de la ciudadanía en las elecciones a la UE (5)
eurodiputados y en las Municipales y Autonómicas han cosechado éxitos
significativos en los ayuntamientos de Barcelona y Madrid al lograr la
coalición las respectivas alcaldías. En las elecciones
generales han consiguiendo ser tercera fuerza política, al obtener 5.130.283 sufragios, lo que les
otorga 69 escaños en el Congreso de los Diputados y 3 Senadores en
la cámara alta
Decir o pretender que a día de hoy, somos dueños de nuestro
destino patrio, es no entender la situación socioeconómica en la que nos
hallamos. Tenemos una deuda cercana al 100% de nuestro PIB, la cual supone una
deuda Per Cápita cercana a los 25.000 €. Nos hallamos en puertas, posiblemente,
de una nueva recesión económica. ¿Con qué y de qué forma vamos hacerla frente?
Es una obviedad que la incertidumbre política produce en los mercados
financieros desasosiego, lo que genera a su vez que se incremente
proporcionalmente el porcentaje a pagar por la deuda contraída.
Parece razonable que deberíamos enviar un mensaje de
estabilidad política a los mercados financieros. A mí modesto entender,
deberíamos buscar las alianzas políticas que más estabilidad generen.
Hemos de ser pragmáticos a la hora de conjugar alianzas. Estas se han de llevar
a cabo desde el interés general, prevaleciendo la razón por encima de las
diferencias ideológicas, ajustando las alianzas a un programa de regeneración
política: Lucha contra la corrupción; Una justicia independiente; Diálogo para
la modificación de la Constitución; Una nueva ley electoral; Eliminación de la
cámara alta o Senado; Control y transparencia ética de nuestros representantes;
Abolición de las Diputaciones Provinciales, o en su defecto mayor control de su
gestión.
De no ser posible esta coalición transitoria para la
regeneración política de las Instituciones, nos veríamos abocados a unas nuevas
elecciones para el mes de Mayo próximo, con lo que social y económicamente para
nuestro país supone tal posibilidad.