El lenguaje tiene como función básica y fundamental describir la
realidad, desde la objetividad de los conceptos, pero no siempre se cumple la
norma. Solemos mitigar la realidad edulcorándola para hacerla más aceptable a
nuestros propósitos creando eufemismos: sociales, económicos y políticos. Un
eufemismo es, según la RAE “la manifestación suave o dolorosa de ideas cuya
recta y franca expresión sería dura o malsonante”.
A lo largo de esta legislatura hemos podido apreciar el uso y abuso
del eufemismo en nuestros legisladores, para hacer más aceptable la realidad
socioeconómica de nuestro país:
El rescate económico es: “un apoyo financiero”
A la emigración de nuestros jóvenes preparados, la Ministra de
Empleo Fátima Báñez, lo cataloga como: “movilidad exterior” y "el
impulso aventurero de la juventud".
A la
amnistía fiscal el Ministro de Hacienda Sr. Cristóbal Montoro, la tipifico como:
“medidas excepcionales para la tributación de rentas no declaradas”
Recortes:
Cuando el Gobierno aprobó los recortes en Educación y Sanidad, el Sr. Mariano
Rajoy insistía que los 10.000 millones que quitaban a ambas partidas no eran
“recortes” sino “reformas estructurales necesarias” para atajar el déficit
público. Esto es una breve pincelada de nuestra realidad pasada.
Este breve
argumentario está motivado en razón a los mal llamados paraísos fiscales.
Como cada domingo, he leído en
suplemento IDEAS la columna de Álex Grijelmo “La punta de la lengua”
en la que recoge una expresión de Baltasar Garzón respecto a la tipificación de
los “paraísos fiscales”.
La expresión “paraíso fiscal” parece proceder de un error de
traducción. El sintagma “tax haven” fue confundido con “tax heaven”, lo que
transmutó el refugio (haven) en paraíso (heaven), y por eso se trasladó al
francés como “paradis fiscaux” (paraísos fiscales), de donde lo sacamos
nosotros.
Baltasar Garzón considera que en
razón al uso y las consecuencias sociales que comporta para la sociedad de la que
se evade el capital, deberían pasar de paraísos fiscales a vertederos sociales.
Disiento del Sr. Baltasar Garzón no tanto en el sustantivo “vertedero” como con el adjetivo “social”. A mi modesta opinión ya somos
la clase obrera suficientemente denostada social y económicamente por el poder,
como para que nuestro esfuerzo sea motivo de escarnio por los propios que nos
explotan.
Si me permiten una licencia creo que lo podíamos tipificar como países:
refugio
para la usura.