22/12/05

La Cooperación una alternativa (recordatorio)


Desde hace algunos años, concretamente desde la caída del muro de Berlín, con la desaparición de los regímenes comunistas de Europa, surge como alternativa política la filosofía Neoliberal. El neoliberalismo enarbola el estandarte de las libertades individuales y reclama reducción de algunos derechos esenciales al considerar que promueven la ociosidad, proponiendo la opción de los logros personales como motivación para el éxito. Determinados pensadores neoliberales se apoyan en la tesis del ensayo “El fin de la historia” de Francis Fukuyama para proclamar la ausencia de alternativas al proyecto neoliberal.

 Este proyecto se entronca en la economía darwiniana de la selección natural del mejor dotado para dirigir la sociedad. Para tan elevado propósito, tiene la competitividad como medio y la globalización económica – que no social – como norma. En esta globalización económica al mercado se le asigna el papel regulador o “árbitro “ y se relega a un papel secundario al Estado, al que se le considera una institución anacrónica que debe ser abolida en aras de una mayor libertad individual que, beneficia al gran trust financiero, poderes supranacionales en la sombra, que pervierten la esencia democrática, conservando sus formas, relegando al ciudadano a un mero papel de figurante. 

La competitividad es a mi juicio amoral ya que en ella cabe todo “el fin justifica los medios “, así lo evidencia la situación social reinante en las sociedades donde el neoliberalismo esta anclado en sus raíces. En estas sociedades la equidad en el reparto de la riqueza no es la óptima para el desarrollo integral del individuo, lo que provoca un distanciamiento cada vez mayor, clases privilegiadas (con posibilidades de medrar) y la clase trabajadora. 

 El progreso tecnológico, sin un análisis sosegado de las consecuencias sociales que el mismo implica, genera que los trabajadores deban competir no ya sólo entre ellos, por alcanzar un determinado bienestar social (a todas luces injusto) sino que además lo han de hacer contra una maquina, eficiente, eficaz y productiva en consecuencia más rentable que un obrero. Aceptar la competición contra un humanoide cibernético es proclamar el derecho desdeñable a la esclavitud, esta situación engendra la especulación como vía legitima de enriquecimiento. Hoy nos estamos aproximando a una situación que reproduce la del 1929. El aducir ignorancia no nos va a excluir de su padecimiento, si bien es responsabilidad de todos él remediarlo. 

Es cierto que en la utopía y hemos de ir en pos de ella, él autentico gobernante de su destino es el propio hombre. Esto no será posible mientras no partamos todos de una situación igualitaria en el ámbito social, cultural y económico. La ética ha de ser el sustento que nos anime a lograr este objetivo mientras hacemos el camino, el sendero alternativo a la competitividad ha de ser el de la cooperación, “obrar con otro u otros para el bien común”, entre todos los trabajadores que hará posible la creación de un movimiento solidario. 

La institución que ha de aglutinar este movimiento, entre otras, a mi criterio, es la sindical, si bien es cierto que ha de liberarse de la contaminación mercantilista y tecnocrática de la que en alguna forma se haya impregnada, así como de una cierta endogamia que no permite la regeneración de sus mandos.

Ambas situaciones serían susceptibles de mejora si la participación de los trabajadores fuera más significativa, evidenciada por una mayor afiliación sindical, desterrando el sentimiento victimista del que hoy se hace gala, propiciado por la actitud paternalista sindical. La asunción del compromiso de no permanecer más de ocho años en un cargo, así como la realización de primarias, serían procesos que a mí entender colaborarían en el cometido. 

Sólo si somos generosos al tolerar la diversidad de criterios en el seno de nuestros sindicatos y aceptamos la alternancia como un bien necesario, seremos capaces de oponernos a la tiranía mercantil, donde el ser humano es una mercancía con la que se puede especular, en pos del máximo beneficio

Publicado en el año 2005              

 

 

 


 

 

21/12/05

UNA NUEVA EXCUSA

Si hacemos memoria de la frecuencia con que en la prensa y medios audiovisuales aparecen editoriales, artículos e informes referentes a la longevidad de los ciudadanos de nuestro país y sus posibles consecuencias, se aprecia que es un tema recurrente en los medios de comunicación.

Se nos informa de que a medio plazo es decir, en un tiempo no superior a quince años la situación social en la que nos hallaremos será critica, seremos un país envejecido con un alto índice de dependencia, así como la imposibilidad de las arcas del estado de hacer frente al pago de las pensiones que nos permitan vivir con dignidad.

Las posibles soluciones argumentadas hasta el momento presente atenúan pero no resuelven el problema, tienen su génesis en el esfuerzo generoso de los asalariados. Estos se ven obligados adquirir planes de pensiones vitalicios, que sirvan para implementar el salario de la futura pensión; y/o deben alargar la edad de jubilación hasta los setenta años. Esta última opción nos retrotrae a tiempos pretéritos, las décadas de los años 50 y 60 en las que la edad de jubilación se ajustaba sobremanera a la edad de defunción del asalariado, lo que daba pie a la consabida frase ”pobre hombre, ahora que podría disfrutar se muere”.

Al analizar con detenimiento la información que los medios nos aportan, se aprecia que el análisis que se hace del término “esperanza de vida” es tendencioso ya que implícitamente se nos pretende hacer creer que la prolongación de nuestra vida respecto a la de nuestros antepasados es fruto de un proceso evolutivo y no consecuencia de las mejoras tecnológicas en los campos de la ciencia y significativamente en lo referente a las ciencias de la salud.

Un mero repaso de la historia de la humanidad, evidencia que la longevidad no es sólo inherente de nuestra época: numerosos personajes clásicos fueron longevos. Sin embargo, son superados por un porcentaje alto de nuestra población con edad superior a ochenta años. Así pues podemos deducir que la longevidad de la que disfrutamos no es atribuible a la evolución, si no al progreso en los medios de producción. En nuestros días el gasto físico para lograr una calidad óptima de vida es infinitamente menor que hace tres milenios, pero nuestro organismo envejece al mismo ritmo que él de los hombres y mujeres en la Grecia Clásica.

Este canto de eterna juventud pretende inculcar al ciudadano un neo-vigor que le ha de permitir (supuestamente) desarrollar su actividad laboral durante más años, implementándola con un capital humano del que obviamente no dispone la juventud, que no es otro que la experiencia.

Nos parece absurdo, que en una sociedad donde el trabajo es un bien escaso, que hace imposible la incorporación al mundo laboral de la juventud finalizado su ciclo formativo, se pretenda estimular subliminalmente a la población longeva a continuar en el entorno productivo.

Resulta frustrante observar como las expectativas depositadas en los avances tecnológicos que nos hacían presagiar una mayor libertad, no se han cumplido sino que paradójicamente han generado una mayor esclavitud. El uso indebido de los mismos en donde la equidad, valor ético en toda sociedad justa, ha sido desplazada por el individualismo fariseo del beneficio.

Ante la problemática que se nos anuncia de forma reiterativa y teniendo presente su repercusión social, donde una vez más “será la victima culpable”, es el momento de reflexionar como ciudadanos libres aportando ideas.

20/12/05

EL HOMBRE SOCIAL




Desde que tengo uso de razón, me ha apasionado intentar hallar la respuesta (inocencia de adolescente o vanidad de adulto) a las preguntas básicas, ¿ Quién soy?. ¿ De donde vengo?. ¿ A donde voy? y ¿ Porque?. Ha transcurrido el tiempo y sigo sin hallar solución al enigma que me inquieta y me incita a una permanente búsqueda, quizás solo sea prepotencia racional, incapaz de resignarse a formar parte de un todo y no ser "él" un todo a parte, tal vez miedo a aceptar que no hay nada que nos haga ser seres superiores perdurables en el tiempo, quizás ambas razones. Afanado en la búsqueda, descubro algo, que no por obvio, es menos importante e imprescindible para la vida, "al otro", aquel que se refleja en mis pupilas, aquel que me ve con los sentimientos y me habla con los ojos, aquel del que yo soy su reflejo y me pregunto si no es "él" el camino.

De todos es conocido que el ser humano es un ser social, que precisa de la comunidad tanto en el orden material (defensa, tecnología) como en el social (normas, leyes). Un análisis somero de la historia pone en evidencia dicho comportamiento, hallándose la génesis del mismo no en la voluntad de agruparse, si no de la necesidad, que hace viable su evolución y desarrollo. Este es el primer estadio o eslabón, en la constitución de la sociedad. Es necesario, comprender que la palabra y por ende el lenguaje es la cualidad que nos diferencia del resto de los seres que forman la biodiversidad de nuestro planeta, siendo obvio que es una diferencia y no un valor supremo que nos diviniza. Nos faculta para poder expresar los sentimientos, ensalzar la belleza y refutar las acciones que nos hieren. La palabra nace de la acción, falsear su uso es negarnos a nosotros mismos, despojándonos de la cualidad que nos distingue.

Decido, pues, comenzar a andar a través del nuevo sendero, el cayado en que me he de apoyar para transitar por él, es la palabra, la acción, más deduzco de la observación de la sociedad en la que me hallo, que seria conveniente, para desarrollar la comunicación entre "el otro y él yo", despojar a esa palabra de la contaminación que lastra a su significado, consecuencia del excesivo maniqueísmo del mismo, mediante la acción consciente que hace irrefutable al concepto, convirtiendo al lenguaje en instrumento capaz de lograr el entendimiento.

A lo largo y ancho de la historia de la humanidad, son diversas las sociedades de las que podemos estudiar su estructura y evolución, no es ese el propósito de este trabajo, si no el estudio de la importancia, de la comprensión del concepto como instrumento esencial del lenguaje, para el entendimiento social que haga posible la coevolución en una sociedad democrática, donde el ciudadano con su actitud es el gestor de su destino.

CIUDADANO

El tránsito del sistema feudal al Estado de derecho moderno (Revolución Americana 1781 - Francesa 1789) significa un cambio sustancial en la concepción del individuo, supuso el paso de "vasallo a ciudadano", de la sumisión a un señor feudal, a señores de sí mismos, protagonistas de su vida personal o compartida. Si bien es licito recordar, que la idea de ciudadanía nace en Grecia y Roma, pero en aquellas democracias, se hallan excluidos del derecho de ciudadanía las mujeres los niños y metecos, situación que es superada en el Estado de derecho moderno, donde todos los seres humanos son iguales en dignidad, ciudadanos, por tanto, en la cosa publica.

Ser considerado ciudadano lleva implícito, la libertad de conciencia, expresión, asociación, desplazamiento, participación. Este elenco, compone el cuerpo de derechos civiles y políticos que encarnan la idea de libertad. Los derechos no son valores naturales, que nos vienen dados genéticamente, sino logros sociales alcanzados por la voluntad individual de lograr hacer realidad el sueño de la utopía ( la felicidad ). En la sinergia, sé haya la fuerza de los ciudadanos que han hecho posible avanzar un paso más en pos de ella.

Todo derecho se sustenta mediante el anclaje que supone el cumplimiento del deber oponente. El no comprender este principio o la omisión del mismo por ignorancia, desidia o intereses personales que sobrepasan el interés común, nos lleva de forma ineludible, y probablemente en el periodo de nuestro tiempo biológico, a descubrir con dolor su carencia.

Alguien dijo que la Democracia es el sistema de gobierno menos malo. Pienso que se puede refutar esta opinión mediante la participación ciudadana, única forma para despojar al político de su personalidad (máscara) y devolverle su acta original de ciudadano, condición imprescindible ésta para gobernar (acción encaminada en el desinterés) los destinos de un pueblo democrático. El ya lo harán otros, es negarnos la satisfacción intelectual y espiritual de participar colectivamente en las decisiones que afectan la comunidad a la que pertenecemos, dejando en manos del tirano o de una oligarquía, nuestro destino.

Queda evidenciado que ejercer de ciudadano, es algo más que un término que nos clasifica, es una actitud, que en ausencia de la acción que la confirme, nos retrotrae de nuevo a los albores de la historia, perdiendo la libertad de "ser" (derecho) por el tener para ser (logro). Fenómeno social que hoy va tomando cuerpo como consecuencia, de un cada vez más floreciente neocapitalismo.

LIBERTAD

La libertad, no es un valor extrínseco al hombre y que como tal nos ha de ser otorgado por la comunidad o en su defecto por la lucha contra la tiranía para alcanzarlo, es consustancial al ser humano, no puede haber evolución individual por ende colectiva sin el ejercicio pleno y consciente de la libertad. Si la palabra necesita de la acción que la reafirme, la libertad precisa de la responsabilidad y compromiso para existir.

El compromiso, es el propósito de llevar a efecto las ideas que en conciencia consideramos que nos acercan a la verdad, la responsabilidad es el valor de pagar por ellas. Mas no puede ser posible tener ideas, si no disponemos de criterios para enjuiciarlas, es evidente que es necesario un instrumento que nos capacite.

El acceso no condicionado (clase social) a la cultura, a sí como él estimulo del deseo de descubrir y la inquietud de cuestionar el porqué de las cosas y no el mero conocimiento productivo ausente de valores sociales, será lo que nos habilite para ser libres, como en el siglo de las luces " Atreveros a conocer, que el saber os hará libres ". Mas la avidez de conocimientos, sin conciencia, es semilla sembrada en el desierto, nunca da fruto y empobrece al alma.

Ser libre es compartir la incertidumbre de la realidad y la vehemencia de los sueños, no podremos sentirnos libres sino suplimos los miedos que nos atenazan y enmudecen, cuando hemos de reafirmar con la actitud lo que creemos, por el gozo que produce el desapego.

Precisar del consentimiento para "ser libre"  lleva implícito la sumisión a la voluntad del otro y nos hace esclavos.

TOLERANCIA

La verdad es un puzzle y como dice el poeta " la verdad está en todos pero nadie la posee ". Buscar la arista que nos une al otro para con ello llegar a conseguir el máximo de la verdad, constituye la Tolerancia, un valor de aceptación, no de renuncia. Su antivalor es la intolerancia que no es tanto la ausencia de aceptación de la verdad del otro, como la imposición de la nuestra utilizando en el propósito el valor de su tolerancia.

La convivencia es fruto del equilibrio dinámico de este valor, en ausencia del mismo la sociedad pierde toda posibilidad de ser democrática, imponiéndose la tiranía, la superación del miedo - instrumento del que se sirve el intolerante - es el único medio del que disponemos para superarlo, pues " vivir no es sólo nutrirse y reproducirse: vivir es obrar, ejercitarse, es producir un sujeto."  La violencia es el recurso al que no debemos recurrir para retornar al equilibrio dinámico, pues toda violencia lleva implícita la venganza que nos abocara al ciclo eterno del " ojo por ojo, diente por diente ", haciendo imposible la convivencia.

SOLIDARIDAD

El padecer humano nos incita a ser solidarios, la mera visión del dolor nos conmueve a la acción del auxilio, guiado por el impulso irracional del sentimiento, frustrado solo, nuestro noble deseo por la racionalización del mismo (egoísmo). Debemos dejar solo a los sentimientos, la labor de decidir, como y en que, hemos de ser solidarios, hemos de llegar a la virtud desde la reflexión, conjugando para ello razón y sentimiento.

¿Que nos impulsa en ese primer instante a oponernos a la injusticia mediante una actitud solidaria?. Pienso que todos somos, efecto y a la vez causa, víctimas de un bien ignorante, pues entiendo que el mal como oponente del bien (actitud moral) no existe, la aceptación consciente, de esta premisa pone en evidencia dos valores, la humildad y la generosidad.

Mediante la razón el hombre descubre la capacidad humana de errar y encuentra en la humildad consuelo a priori por los efectos de su causa, con el sentimiento de generosidad (virtud de poder) el hombre se libera de la tiranía de la venganza.

El ejercicio de ambos valores ha de constituir la esencia de toda actitud solidaria, que no será una mera adhesión, sino la implicación en la causa del otro. No debemos permitirnos que él hábito, de la injusticia, nos ciegue convirtiendo en norma social lo indeseable, no es cuestión de héroes o cobardes, sino de hacer de la ética (método para la vida) estandarte.

CONCLUSIÓN

De una llama, es su luz lo que nos sorprende y cautiva, pero ella solo es efecto de la interacción de diversas sustancias que la hacen posible, ellas son las que constituyen su causa.

De igual forma es para mí la dignidad humana, impronta que reafirma "al hombre de derecho" como valor incuestionable, de tal efecto son causa la relación de la esencia, de los conceptos "ciudadano, libertad, tolerancia, solidaridad" que nuestra acción consciente los hace irrefutables.

Al definir los mismos dentro del marco de mi verdad, se halla el propósito, de incitar a la reflexión que potencialmente haga posible él dialogo con "el otro", que permita comprender la necesidad de la coevolución, si pretendemos alcanzar mayores cotas de felicidad, sin menoscabo de aquellos a los que hemos precedido.

Ser ciudadano, libre, tolerante y solidario, nos hará alcanzar el valor que reafirma nuestra humanidad:  "la dignidad".