20/12/05

EL HOMBRE SOCIAL




Desde que tengo uso de razón, me ha apasionado intentar hallar la respuesta (inocencia de adolescente o vanidad de adulto) a las preguntas básicas, ¿ Quién soy?. ¿ De donde vengo?. ¿ A donde voy? y ¿ Porque?. Ha transcurrido el tiempo y sigo sin hallar solución al enigma que me inquieta y me incita a una permanente búsqueda, quizás solo sea prepotencia racional, incapaz de resignarse a formar parte de un todo y no ser "él" un todo a parte, tal vez miedo a aceptar que no hay nada que nos haga ser seres superiores perdurables en el tiempo, quizás ambas razones. Afanado en la búsqueda, descubro algo, que no por obvio, es menos importante e imprescindible para la vida, "al otro", aquel que se refleja en mis pupilas, aquel que me ve con los sentimientos y me habla con los ojos, aquel del que yo soy su reflejo y me pregunto si no es "él" el camino.

De todos es conocido que el ser humano es un ser social, que precisa de la comunidad tanto en el orden material (defensa, tecnología) como en el social (normas, leyes). Un análisis somero de la historia pone en evidencia dicho comportamiento, hallándose la génesis del mismo no en la voluntad de agruparse, si no de la necesidad, que hace viable su evolución y desarrollo. Este es el primer estadio o eslabón, en la constitución de la sociedad. Es necesario, comprender que la palabra y por ende el lenguaje es la cualidad que nos diferencia del resto de los seres que forman la biodiversidad de nuestro planeta, siendo obvio que es una diferencia y no un valor supremo que nos diviniza. Nos faculta para poder expresar los sentimientos, ensalzar la belleza y refutar las acciones que nos hieren. La palabra nace de la acción, falsear su uso es negarnos a nosotros mismos, despojándonos de la cualidad que nos distingue.

Decido, pues, comenzar a andar a través del nuevo sendero, el cayado en que me he de apoyar para transitar por él, es la palabra, la acción, más deduzco de la observación de la sociedad en la que me hallo, que seria conveniente, para desarrollar la comunicación entre "el otro y él yo", despojar a esa palabra de la contaminación que lastra a su significado, consecuencia del excesivo maniqueísmo del mismo, mediante la acción consciente que hace irrefutable al concepto, convirtiendo al lenguaje en instrumento capaz de lograr el entendimiento.

A lo largo y ancho de la historia de la humanidad, son diversas las sociedades de las que podemos estudiar su estructura y evolución, no es ese el propósito de este trabajo, si no el estudio de la importancia, de la comprensión del concepto como instrumento esencial del lenguaje, para el entendimiento social que haga posible la coevolución en una sociedad democrática, donde el ciudadano con su actitud es el gestor de su destino.

CIUDADANO

El tránsito del sistema feudal al Estado de derecho moderno (Revolución Americana 1781 - Francesa 1789) significa un cambio sustancial en la concepción del individuo, supuso el paso de "vasallo a ciudadano", de la sumisión a un señor feudal, a señores de sí mismos, protagonistas de su vida personal o compartida. Si bien es licito recordar, que la idea de ciudadanía nace en Grecia y Roma, pero en aquellas democracias, se hallan excluidos del derecho de ciudadanía las mujeres los niños y metecos, situación que es superada en el Estado de derecho moderno, donde todos los seres humanos son iguales en dignidad, ciudadanos, por tanto, en la cosa publica.

Ser considerado ciudadano lleva implícito, la libertad de conciencia, expresión, asociación, desplazamiento, participación. Este elenco, compone el cuerpo de derechos civiles y políticos que encarnan la idea de libertad. Los derechos no son valores naturales, que nos vienen dados genéticamente, sino logros sociales alcanzados por la voluntad individual de lograr hacer realidad el sueño de la utopía ( la felicidad ). En la sinergia, sé haya la fuerza de los ciudadanos que han hecho posible avanzar un paso más en pos de ella.

Todo derecho se sustenta mediante el anclaje que supone el cumplimiento del deber oponente. El no comprender este principio o la omisión del mismo por ignorancia, desidia o intereses personales que sobrepasan el interés común, nos lleva de forma ineludible, y probablemente en el periodo de nuestro tiempo biológico, a descubrir con dolor su carencia.

Alguien dijo que la Democracia es el sistema de gobierno menos malo. Pienso que se puede refutar esta opinión mediante la participación ciudadana, única forma para despojar al político de su personalidad (máscara) y devolverle su acta original de ciudadano, condición imprescindible ésta para gobernar (acción encaminada en el desinterés) los destinos de un pueblo democrático. El ya lo harán otros, es negarnos la satisfacción intelectual y espiritual de participar colectivamente en las decisiones que afectan la comunidad a la que pertenecemos, dejando en manos del tirano o de una oligarquía, nuestro destino.

Queda evidenciado que ejercer de ciudadano, es algo más que un término que nos clasifica, es una actitud, que en ausencia de la acción que la confirme, nos retrotrae de nuevo a los albores de la historia, perdiendo la libertad de "ser" (derecho) por el tener para ser (logro). Fenómeno social que hoy va tomando cuerpo como consecuencia, de un cada vez más floreciente neocapitalismo.

LIBERTAD

La libertad, no es un valor extrínseco al hombre y que como tal nos ha de ser otorgado por la comunidad o en su defecto por la lucha contra la tiranía para alcanzarlo, es consustancial al ser humano, no puede haber evolución individual por ende colectiva sin el ejercicio pleno y consciente de la libertad. Si la palabra necesita de la acción que la reafirme, la libertad precisa de la responsabilidad y compromiso para existir.

El compromiso, es el propósito de llevar a efecto las ideas que en conciencia consideramos que nos acercan a la verdad, la responsabilidad es el valor de pagar por ellas. Mas no puede ser posible tener ideas, si no disponemos de criterios para enjuiciarlas, es evidente que es necesario un instrumento que nos capacite.

El acceso no condicionado (clase social) a la cultura, a sí como él estimulo del deseo de descubrir y la inquietud de cuestionar el porqué de las cosas y no el mero conocimiento productivo ausente de valores sociales, será lo que nos habilite para ser libres, como en el siglo de las luces " Atreveros a conocer, que el saber os hará libres ". Mas la avidez de conocimientos, sin conciencia, es semilla sembrada en el desierto, nunca da fruto y empobrece al alma.

Ser libre es compartir la incertidumbre de la realidad y la vehemencia de los sueños, no podremos sentirnos libres sino suplimos los miedos que nos atenazan y enmudecen, cuando hemos de reafirmar con la actitud lo que creemos, por el gozo que produce el desapego.

Precisar del consentimiento para "ser libre"  lleva implícito la sumisión a la voluntad del otro y nos hace esclavos.

TOLERANCIA

La verdad es un puzzle y como dice el poeta " la verdad está en todos pero nadie la posee ". Buscar la arista que nos une al otro para con ello llegar a conseguir el máximo de la verdad, constituye la Tolerancia, un valor de aceptación, no de renuncia. Su antivalor es la intolerancia que no es tanto la ausencia de aceptación de la verdad del otro, como la imposición de la nuestra utilizando en el propósito el valor de su tolerancia.

La convivencia es fruto del equilibrio dinámico de este valor, en ausencia del mismo la sociedad pierde toda posibilidad de ser democrática, imponiéndose la tiranía, la superación del miedo - instrumento del que se sirve el intolerante - es el único medio del que disponemos para superarlo, pues " vivir no es sólo nutrirse y reproducirse: vivir es obrar, ejercitarse, es producir un sujeto."  La violencia es el recurso al que no debemos recurrir para retornar al equilibrio dinámico, pues toda violencia lleva implícita la venganza que nos abocara al ciclo eterno del " ojo por ojo, diente por diente ", haciendo imposible la convivencia.

SOLIDARIDAD

El padecer humano nos incita a ser solidarios, la mera visión del dolor nos conmueve a la acción del auxilio, guiado por el impulso irracional del sentimiento, frustrado solo, nuestro noble deseo por la racionalización del mismo (egoísmo). Debemos dejar solo a los sentimientos, la labor de decidir, como y en que, hemos de ser solidarios, hemos de llegar a la virtud desde la reflexión, conjugando para ello razón y sentimiento.

¿Que nos impulsa en ese primer instante a oponernos a la injusticia mediante una actitud solidaria?. Pienso que todos somos, efecto y a la vez causa, víctimas de un bien ignorante, pues entiendo que el mal como oponente del bien (actitud moral) no existe, la aceptación consciente, de esta premisa pone en evidencia dos valores, la humildad y la generosidad.

Mediante la razón el hombre descubre la capacidad humana de errar y encuentra en la humildad consuelo a priori por los efectos de su causa, con el sentimiento de generosidad (virtud de poder) el hombre se libera de la tiranía de la venganza.

El ejercicio de ambos valores ha de constituir la esencia de toda actitud solidaria, que no será una mera adhesión, sino la implicación en la causa del otro. No debemos permitirnos que él hábito, de la injusticia, nos ciegue convirtiendo en norma social lo indeseable, no es cuestión de héroes o cobardes, sino de hacer de la ética (método para la vida) estandarte.

CONCLUSIÓN

De una llama, es su luz lo que nos sorprende y cautiva, pero ella solo es efecto de la interacción de diversas sustancias que la hacen posible, ellas son las que constituyen su causa.

De igual forma es para mí la dignidad humana, impronta que reafirma "al hombre de derecho" como valor incuestionable, de tal efecto son causa la relación de la esencia, de los conceptos "ciudadano, libertad, tolerancia, solidaridad" que nuestra acción consciente los hace irrefutables.

Al definir los mismos dentro del marco de mi verdad, se halla el propósito, de incitar a la reflexión que potencialmente haga posible él dialogo con "el otro", que permita comprender la necesidad de la coevolución, si pretendemos alcanzar mayores cotas de felicidad, sin menoscabo de aquellos a los que hemos precedido.

Ser ciudadano, libre, tolerante y solidario, nos hará alcanzar el valor que reafirma nuestra humanidad:  "la dignidad".

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