13/3/13
8/3/13
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Ayer día cuatro de marzo a las 20.30, un paciente — varón de 50 años — presente en las consultas externas de la Clínica La Milagrosa de Madrid, sufrió un infarto agudo de miocardio, todo y encontrarse en un centro sanitario privado de primer orden, se le supone, en el que se encuentra hospitalizado el Jefe del Estado Español. Es requerida mediante teléfono de emergencias 112, la asistencia de UVI móvil del SAMUR, transcurriendo nueve minutos desde la llamada, hasta su presencia en el centro. Todo y hallándose a 260 metros de la Clínica La Milagrosa, fue trasladado al Hospital Clínico un centro hospitalario público de la Comunidad. Este hecho tal vez sea el primero, pero no será el único, sino el comienzo de lo que se avecina en la asistencia sanitaria futura.
Sería bueno tomar conciencia de lo acaecido en Madrid. Es una demostración palpable de cómo actúan las mutuas privadas delante de un paciente en situación comprometida. El hecho de tener a un paciente con infarto de miocardio a la espera de una UVI del SAMUR, cuando se hallaba a escasos 300 metros de la clínica privada “La Milagrosa”, en donde poder ser atendido con prontitud, dada la gravedad del caso, pone en evidencia que para esta entidad, el beneficio del ahorro— si lo ingresan en “La Milagrosa” se lo han de quedar— cuenta más que el valor compasivo inherente en la deontología profesional.
Fuimos punteros en Cataluña a la hora de aplicar el copago sanitario, bajo el eufemismo de “tiquets moderadores”, so pretexto de la necesidad perentoria de ahorro en el ámbito de la salud, así como de solicitar a petición de la UCH “La Unión Catalana de Hospitales” la desgravación fiscal para aquellos ciudadanos que tienen contratada una cobertura sanitaria privada. En la actualidad, este colectivo supera el 25% de la población. Los recortes en la sanidad pública, están propiciando una campaña de seducción mediática de la sanidad privada para conseguir generar un aumento significativo de contratación de pólizas asistenciales. Esta situación nos retrotrae a la década de los 60 y 70 en Cataluña, sanidad de beneficencia para unos y privada para otros.
Como en la canción “Volver” de Carlos Gardel “Yo adivino el parpadeo/ de las luces que a lo lejos/van marcando mi retorno” y como en ella un retorno al pasado generarán “hondas horas de dolor”.
7/3/13
¡Y Dios dormido!
Soy un lector de prensa diaria desde que era aún adolescente, allá a mediados de la década de los cincuenta, en Madrid mi lugar de nacimiento. Con posterioridad en Barcelona desde los años 60 he seguido leyendo la prensa asiduamente cada mañana. Nunca hasta la fecha su lectura me había indignado y generado tanta angustia vital, tal vez sea fruto de mi edad o quizás por el amargo despertar del sueño democrático, que supone la actitud impúdica de nuestros políticos, obviamente con excepciones.
Reciente hemos podido leer en la prensa, la estratagema de alcaldes y ediles en Cataluña que compaginan su quehacer en su municipio con el de diputado provincial en la Diputación. Hacen gala de su generosidad ante su electorado, renunciando al cobro de su asignación por el municipio, para ahorrar dinero a las arcas del Ayuntamiento. En ningún momento explicaron la razón espuria de tal actitud. Que no es otra que la de cobrar de la Diputación, son pretexto de “dedicación exclusiva” al ente. Como muestra significativa, entre otras, tenemos: El alcalde de Cercs del municipio del Berguedà de apenas 1300 habitantes, al que le correspondería percibir un emolumento como alcalde de 1900€ al mes (por 14 pagas al año), pasa a percibir fruto de su generosidad 6921€ al mes (por 14 pagas al año). Está visto que la generosidad política, está bien remunerada, por la gracia de Dios.
"Al no tener trabajo es complicado" hacer frente a las cuotas de la hipoteca, dice Pascual Vives el abogado de Urdangarin que, lleva dos trimestres sin pagarla. Lo que no le priva, de cenar en el restaurante Vía Veneto al módico precio de 125€ el cubierto. Es obvio que la justicia no es igual para todos, como dijo su suegro en el mensaje navideño del 2011, aunque sería justo y necesario que lo fuera. Como ciudadano abogaría a que “La Caixa” tuviera la misma consideración y generosidad para todos aquellos que, hallándose en situación similar a la del Sr. Urdangarin, son requeridos judicialmente por el impago de su hipoteca.
Siempre ha habido ricos y pobres y dudo que la cosa cambie, pero el cinismo ostentativo de la actual plutocracia raya en el paroxismo. Su codicia no se satisface con nada. Para aquellos que han caído en sus redes, no hay consuelo, solo y en el mejor de los casos, el desahucio.
El voceador del Gobierno, en lo concerniente a las reformas de índole laboral, el Sr. Arturo Fernández vicepresidente de la CEOE y presidente de la CEIM, defensor a ultranza de reducir salarios, incrementar jornadas (trabajar más y cobrar menos), anular las subvenciones, de reducir las cotizaciones a la Seguridad Social y arduo defensor de la reforma laboral como instrumento para reducir el paro, este abanderado empresario, mira por donde, ha sido cogido infraganti estafando al erario público. Paga a sus empleados parte del salario en “negro”, y el detractor de las subvenciones cuenta con la que le permite que el menú del Parlamento regional sea de 3,55 euros en la cafetería y de 5,95 en el comedor, precio imposible de encontrar en cualquier rincón del barrio de Vallecas, donde se levanta la Asamblea. Una vez más en esta plutocracia se pone de manifiesto el dicho “La ley del embudo, para mí lo ancho y para ti lo agudo”.
La renuncia del Papa Benedicto XVI (el insumiso) ha producido conmoción entre los feligreses, generando opiniones para todos los gustos, desde las que consideran que un papa nunca debe dimitir, sino que, ha de morir “con las botas puestas” y los que opinan que, si bien es el representante de San Pedro en la tierra, no deja de ser humano. Pero lo que más me ha llamado la atención, es un comentario en su despedida ante los fieles “Hubo días de sol y ligera brisa, pero también otros en los que las aguas bajaban agitadas, el viento soplaba en contra, y Dios parecía dormido”. A si nos va. Por favor que alguien le despierte.
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