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Ayer día cuatro de marzo a las 20.30, un paciente — varón de 50 años — presente en las consultas externas de la Clínica La Milagrosa de Madrid, sufrió un infarto agudo de miocardio, todo y encontrarse en un centro sanitario privado de primer orden, se le supone, en el que se encuentra hospitalizado el Jefe del Estado Español. Es requerida mediante teléfono de emergencias 112, la asistencia de UVI móvil del SAMUR, transcurriendo nueve minutos desde la llamada, hasta su presencia en el centro. Todo y hallándose a 260 metros de la Clínica La Milagrosa, fue trasladado al Hospital Clínico un centro hospitalario público de la Comunidad. Este hecho tal vez sea el primero, pero no será el único, sino el comienzo de lo que se avecina en la asistencia sanitaria futura.
Sería bueno tomar conciencia de lo acaecido en Madrid. Es una demostración palpable de cómo actúan las mutuas privadas delante de un paciente en situación comprometida. El hecho de tener a un paciente con infarto de miocardio a la espera de una UVI del SAMUR, cuando se hallaba a escasos 300 metros de la clínica privada “La Milagrosa”, en donde poder ser atendido con prontitud, dada la gravedad del caso, pone en evidencia que para esta entidad, el beneficio del ahorro— si lo ingresan en “La Milagrosa” se lo han de quedar— cuenta más que el valor compasivo inherente en la deontología profesional.
Fuimos punteros en Cataluña a la hora de aplicar el copago sanitario, bajo el eufemismo de “tiquets moderadores”, so pretexto de la necesidad perentoria de ahorro en el ámbito de la salud, así como de solicitar a petición de la UCH “La Unión Catalana de Hospitales” la desgravación fiscal para aquellos ciudadanos que tienen contratada una cobertura sanitaria privada. En la actualidad, este colectivo supera el 25% de la población. Los recortes en la sanidad pública, están propiciando una campaña de seducción mediática de la sanidad privada para conseguir generar un aumento significativo de contratación de pólizas asistenciales. Esta situación nos retrotrae a la década de los 60 y 70 en Cataluña, sanidad de beneficencia para unos y privada para otros.
Como en la canción “Volver” de Carlos Gardel “Yo adivino el parpadeo/ de las luces que a lo lejos/van marcando mi retorno” y como en ella un retorno al pasado generarán “hondas horas de dolor”.
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