9/12/14

Apocalipsis: El tercer jinete

En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos". Mahatma Gandhi

Hulla ecologíca

El tercer jinete:
El aumento demográfico versus crecimiento con recursos limitados.

Me contaban en mi tierna infancia, una fábula sobre dos liebres, que al escuchar a lo lejos unos ladridos en el monte, se pusieron a porfiar ¿si eran galgos o podencos?. El cuento concluía, que en el vano intento de descubrir si eran galgos o podencos, ambas eran devoradas por los perros. Si no tomamos conciencia, que nuestro planeta no es un saco sin fondo de recursos ilimitados y no optamos por políticas de crecimiento sostenido, pero ¡ya!, a buen seguro, la fábula se hará patente en nuestra sociedad incrédula.

Demografía
Al comienzo del siglo veinte el número de habitantes que poblábamos este planeta “azul” era de 1600 millones, a día de hoy ya sobrepasamos los 7000 millones, con una tasa estimada de crecimiento de mil millones cada once años. El demógrafo Thomas Malthus, en la segunda edición de su libro “Ensayo sobre el principio de la población” en año 1810, expone que de la población aumenta en progresión geométrica y los recursos en progresión aritmética, razón por la cual la ausencia del control de la natalidad provocará un colapso en la subsistencia de la humanidad. Obviamente sus sospechas no se han cumplido. Hoy sabemos que el aumento de la natalidad es directamente proporcional a la pobreza e inversamente al bienestar social de una población. En la actualidad podemos observar, que los países con mayor bienestar social, presentan una pirámide poblacional invertida acorde con el envejecimiento de su población.
A la pregunta ¿El aumento demográfico es un problema para la sostenibilidad del planeta?. En mi opinión no, siempre y cuando el estado de bienestar social presente en la actualidad en el primer mundo fluya a los países menos favorecidos, a través de un reparto equitativo y solidario en un mundo globalizado. Pretender poner puertas al campo es un error, la hambruna y la miseria no se mitiga con promesas vanas, sino con la asunción de los compromisos solidarios contraídos con los pueblos desfavorecidos.
Cuestión aparte es. ¿Dispondrá la humanidad de los recursos necesarios para una población de 10.000 millones según estimaciones para el 2070? Obviamente las estimaciones a futuro son difíciles de prever, razón por lo que deberíamos basarnos en datos más concretos como son las estimaciones de recursos (energéticos, materias primas, espacios cultivables) disponibles a corto y medio plazo.
Recursos
Ya hace dos años que se ha cumplido el cuarenta aniversario de la publicación del libro “Los límites del crecimiento” , fruto del informe solicitado por el Club de Roma a un grupo de investigadores del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts): Donella Meadows, Dennis Meadows, Jørgen Randers y William Behrens III. El informe se dio a conocer el 1° de marzo de 1972 en una reunión realizada en el Smithsonian Institution en Washington DC.
La mejor forma de describir el impacto internacional que causó la publicación en términos políticos, económicos y científicos, es compararla con el “Big Bang”. Exponía las contradicciones planteadas por el crecimiento ilimitado e irrestricto del consumo de materiales en un mundo de recursos claramente finitos, y convirtió la cuestión en una prioridad de la agenda global.
El informe advertía que los problemas podrían agigantarse en gran escala, y que la humanidad debería realizar esfuerzos tan enormes para resolverlos que se degradaría la calidad de vida. En particular, el informe demostraba que si se mantenían las tasas de crecimiento registradas entre 1900 y 1972, la humanidad podría sobrepasar los límites planetarios en algún momento entre el año 2000 y el 2100. El primer informe así como los sucesivos publicados por el Club de Roma ha padecido el síndrome de “Casandra”, nadie creía sus profecías.
Hulla Ecológica
En 1995 dos científicos de la Universidad de la Columbia Británica, definieron un nuevo concepto que denominaron Huella Ecológica, como el área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistema acuático) necesario para generar los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población definida con un nivel de vida específico indefinidamente, donde sea que se encuentre esta área. A día de hoy es el indicador de sostenibilidad.
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Las últimas estimaciones de la huella ecológica ponen en evidencia un saldo negativo de sostenibilidad, es decir, convertimos los recursos que disponemos en deshechos más rápidamente que estos (desechos) se convierten en recursos lo que nos sitúa en sobregiro ecológico global, agotando los mismos recursos de los cuales dependen la vida humana y la biodiversidad.
Las políticas neoliberales basadas en la producción y consumo como paradigma del bienestar social, en el que la obsolescencia programada es un instrumento esencial, a la vez que la publicidad como dinamizador del consumo, para una sociedad posmoderna, donde el tener se antepone al ser, son lesivas para la huella ecológica. Este paradigma, nos avocará a corto o medio plazo a conflictos por lo recursos más básicos para la subsistencia, como el agua y la tierras de cultivo.
Que los recursos en nuestro hábitat son cada vez más escasos, parece obvio, confirmando lo expuesto hace cuatro décadas, en el informe del Club de Roma y con posterioridad en el libro “Los límites del crecimiento”. Existen alternativas para subvertir el proceso en el que nos encontramos en la actualidad, a mí entender si, mediante un nuevo paradigma, en el cual, el respeto a la naturaleza y a su diversidad sea prioritario para el hombre. En que el derecho la felicidad no sea una utopía, anteponiendo siempre, el ser al tener y donde el decrecimiento sea una alternativa al soma del consumo.

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