15/3/11

Insumisión Árabe

El roto

El despertar de los insumisos del Magreb y Oriente Próximo da opción para hacer conjeturas dentro de un abanico de amplias posibilidades políticas. La más deseable para sus habitantes sería la instauración de un proceso democrático que de forma paulatina, pero sin pausa, generara una regeneración social acorde con los valores democráticos de igualdad de oportunidades.

El neoliberalismo especulativo se verá afectado ante la posibilidad, viable, de la instauración —pasado un periodo de transición— de sistemas democráticos en los países del Magreb y Oriente Próximo. Podría avocar el nacimiento de un nuevo Panarabismo geopolítico no beligerante y aconfesional para el desarrollo socioeconómico de su comunidad, que podría cambiar las formas de relación comercial y políticas con Europa.

La zona pose un alto valor geopolítico, ya que en ella se concentran más del 60% de las reservas totales de crudo y casi el 50% de las de gas existentes, lo que la confiere una importancia capital para la economía de la UE, y de forma más marcada para nosotros al importar de Argelia un 35% del gas que utilizamos.

Europa hasta la fecha en lo tocante a las políticas despóticas de los gobiernos de la zona (Magreb y Oriente Próximo) ha tenido una actitud “lo políticamente correcto” de no injerencia en sus políticas, permitiendo sistemas tiranos a cambio de recursos energéticos a bajo coste. La UE tiene una media dependencia energética aproximada del 50% de sus necesidades, una parte esencial de la cual la obtiene de la zona.

Los países en conflicto poseen una población aproximada de 251 millones, donde el rango de edad comprendido entre los 0/14 oscila entre el 38 y 40 por ciento de su población, siendo cercano al 60% el rango comprendido entre los 15 y 65 años, lo que supone que un 60% de sus habitantes tiene menos de treinta años. Estos datos ponen de manifiesto el elevado capital —potencial— humano de estas naciones.

La zona ha sido el “granero” humano del que Europa se ha servido para cubrir sus necesidades de mano de obra a un bajo coste económico y social. La UE tiene una población envejecida donde el porcentaje de ciudadanos mayores de 65 años es del 17% de media con una tendencia significativa de crecimiento debido al bajo índice de natalidad.

Si no somos capaces —como UE— de implicarnos de forma incruenta en la lucha por la libertad de estos pueblos, es probable que en un tiempo no lejano la historia nos lo demande. Hemos de sumarnos a la sinergia de voluntades por un mundo más justo y solidario. Decía Mohandas Gandhi “Hay suficiente en la Tierra para las necesidades de todos, pero no suficiente para satisfacer la avaricia de todos”. Es una oportunidad para ser generosos pues cada vez es más evidente que nuestro destino y de las generaciones venideras dependerá de si ahora somos capaces de cooperar con “el otro o los otros”, o somos víctimas de nuestra propia codicia autodestructiva.

Hasta el día de hoy, los ciudadanos de la UE hemos mirado para otro lado cuando los derechos sociales y humanos no solo no eran respetados, sino que de forma sistemática eran conculcados por sus gobernantes. Quizás ya tengamos los ojos cansados de tanto mirar para otro lado y seamos capaces de contemplar a estos pueblos desde el humanismo ilustrado y no desde la codicia del propio interés.

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