El regreso
Hoy vuelvo a retomar los “relatos de una vida” que por diversas razones he ido dejando para mejor ocasión, pero no debo demorarme en el tiempo y confiar en la memoria, pues a estas edades los minutos son días, estos años y el año…. Sin más preámbulos retomo el relato donde lo dejé a mediados de Octubre del 1964.
Quedan pocos días para el cierre de la Exposición Internacional y por ende la finalización de mi contrato con La Escuela de Hostelería de Lausanne. Los días se hacen más cortos y el frío se empieza a sentir de forma ostensible. Después de la clausura de la expo, hemos seguido trabajando hasta finales del mes en curso. Diversos cocineros me han ofrecido ir con ellos a trabajar en la temporada de invierno, pero he declinado la oferta no sin agradecer su deferencia. Son diversas las razones que me han motivado a desestimar sus ofertas pero sobretodo una.
Hace unas semanas fui al consulado Español con el objetivo de recabar información sobre mi situación referente a la mili, ya he cumplido los diecinueve y al año próximo entro en quintas, el Sr. Cónsul me comentó que si me quedo en Suiza no podré volver a España en cinco años—solo podré hacer estancias de tres meses— y dado que según parece la situación en cuanto el tiempo de reemplazo ha cambiado para mejor, ya que será de nueve meses en vez de veinticuatro como hasta ahora, me aconsejó volver a España. La información me hizo recapacitar.
¿Por qué estar cinco años fuera, si podía ir a hacer la mili y volver de nuevo a Suiza en un año? Decidí regresar.
El tiempo transcurrido en Suiza, aunque breve había sido intenso en experiencias y emociones. Había llegado a esta como un joven asustadizo y temeroso sin más patrimonio que una vieja maleta y unos libros y regresaba transformado, dispuesto a hacer frente a todo aquello que el destino tuviera a bien poner ante mí, me sentía ya como un “hombre de pelo en pecho”. La primera decisión era volver. ¿Pero a dónde? ¿A Madrid? Salí no sin dolor, con la necesidad de encontrar un futuro, un sentido a una vida que desde la muerte de mi madre día a día me era más difícil encontrar, no podía volver al origen.
El mar en Barcelona, su inmensidad, y la sensación de libertad que experimenté ante la grandeza de horizonte al contemplarlo, me cautivó. El evocar su recuerdo—en Lausanne— me ayudó a decidir a dónde regresar.
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