Un factor tóxico
No es que uno sea masoquista, es que hay hábitos, que con el transcurso del tiempo se hacen consustanciales a nuestro ser. Leo la prensa cada día y escucho a los tertulianos de los medios audiovisuales. Cabe decir en mi descargo, que a estos, no todos los días. Sé que esta práctica, en los tiempos que corren, es una temeridad. Pues no solo nos afecta al estado de ánimo, sino que a mi parecer, implementa la destrucción neural. La ciencia asevera que a partir de los treinta perdemos 10 millones de neuronas al día y este deterioro es más significativo sí intervienen factores tóxicos. A mí edad (67) y con mi vicio, ya no sé las que me pueden quedar. A decir la verdad, cuando me miro en el espejo al afeitarme, no me reconozco. Puede ser un síntoma.
Quizás tenga la sensibilidad a flor de piel. Esta semana no empezó bien, sobre todo para los de mi quinta. El ministro japonés de Finanzas Sr. Taro Asó, millonario de 72 años de edad, se descuelga con una revolucionaria propuesta para acabar de forma radical con la crisis económica actual: Que las personas mayores deben darse prisa a morir (el haraquiri) para aliviar los gastos del Estado en su atención médica. Un poco más y me abraso consecuencia del respingo que me dio, amén de que se me atragantó el croissant. Uno toma el café con leche, como mandan los cánones de la edad, en vaso, bien caliente, y sin azúcar. Si bien su propuesta me parece descabellada, la edad nos vuelve un poco más desconfiados y visto lo visto el eufemismo demagógico, al que nos tienen acostumbrados nuestros gobernantes, me vino a la mente su aplicación para una “Obsolescencia social programada” vía la seguridad social. Muerto el perro se acabó la rabia.
Esta semana todos los mass media del país, están expectantes ante la publicación por el Gobierno de la Encuesta de Población Activa (EPA). Intuyo que las encuestas son susceptibles de manipulación y en determinados casos una manera de mentir científicamente. En la que nos ocupa (EPA), sus resultados son palpables en el entorno social, vale que en función de los resultados que arroje, las interpretaciones serán variopintas, obviamente dependiendo de los intereses políticos. En espera de su publicación. Leo en la presa, que de los 5,75 millones de parados, un millón de ellos, es decir cerca del 18%, son mayores de cincuenta años. Son los “sin trabajo hoy y sin jubilación mañana”. La aplicación de la nueva reglamentación de jubilación a los 67 años les cogerá de pleno. Está visto que leer la prensa es una penitencia.
Por fin, este jueves 24 de enero se ha publicado la EPA. Los datos son demoledores, la tasa de paro es del 26.02% el equivalente de 5.965.400 ciudadanos en paro. El número de hogares sin ninguno de sus miembros activos es de 1.833.700. El paro entre los jóvenes menores de 25 años es del 55,1%. La respuesta del Gobierno, en boca del ministro de Agricultura, Medio Ambiente don Miguel Arias Cañete. “Los datos de la EPA demuestran que la reforma de la Ley Laboral empieza a dar sus frutos” a pesar del aumento del paro. ¡Sí ese!, el que se come los yogures caducados. Su comentario es la confirmación empírica, de que los yogures caducados afectan al cerebro.
Decía Heráclito” Nunca te bañarás dos veces en el mismo rio”. Todo cambia: el actor y la historia, solo se repite, eso sí, la condición humana. La codicia (philarguria: ‘amor hacia el oro’) en los tiempos que corren en nuestra sociedad, es su mayor exponente. Para el poderoso, nunca nada, es suficiente.
4 comentarios:
Sería un lamentable error, estimado Humanista, la promoción del sacrificio de la población anciana (japonesa o no), ya que en muchos casos -el mío, por ejemplo- la unidad familiar se sostiene económicamente gracias a ese anciano jubilado. Así que, mientras no nos dé la Ciencia una solución definitiva contra la codicia (por ejemplo, modificando el ADN o introduciendo alguna clase de chip en el SNC o en alguna parte significativa del cerebro, si es que la hay), reconociendo que el sacrificio de los jóvenes comprometería el futuro de la especie, entonces casi mejor optar por el sacrificio de los de mi generación, la de los cuarenta años.
A E.G.M.
Todos, absolutamente todos, somos necesarios e imprescindible. Cualidades y defectos—son las dos caras de una moneda— constituyen la esencia de nuestro ser. Un ser único e intransferible en toda sociedad que se precie de humana.
Salud
Antonio
Sé que leíste mi comentario reconociendo que su literalidad era a propósito absurda, esperpéntica. Para algunos de nosotros, la propuesta del mencionado ministro japonés nos retrotrae a aquella película de Imamura, "La balada de Narayama" (1983), en la que una anciana se va arrancando sus propios dientes, ya que existe la creencia de que los ancianos desdentados deben ir a morir al monte Narayama, y tal cosa lo hace debido a la precaria situación de subsistencia de su familia. En el reino animal no-humano, se hace a veces referencia a los elefantes (ese animal tan admirado por Bertolt Brecht), a sus cementerios... Pero lo que yo quería destacar es que quizás sea la primera vez, en la historia de nuestra cultura asociada al capitalismo, que la generación intermedia, la que ya no es joven y aún está lejos de cualquier clase de jubilación, sea la que esté más desubicada y sin una clara conciencia de su potencial y de su funcionalidad social. Como yo pertenezco a esa generación, la apreciación es tan subjetiva como radical.
Y leyendo tu artículo recordé el cuento corto de Aute "morir de viejo" en el que describe una sociedad tan violenta que morir de viejo es lo raro, la vergüenza de la familia protagonista sería máxima y el abuelo está agonizando en la cama, ¿como lo arreglan? disparandole un tiro en la cabeza.
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