Apocalipsis. El primer jinete
De la soberbia de nuevos Prometeos, de la codicia sin límite, surge el Homo economicus carente de identidad, que le convierte en sociópata. El nuevo “Homo” al no tener conciencia de la fragilidad de nuestro nicho ecológico, fruto de su ceguera, nos avocará a una autodestrucción apocalíptica. Toda vez que sea rebasada la masa crítica (la masa crítica es la cantidad mínima de material necesaria para que se mantenga una reacción en cadena) la destrucción del hábitat social y ecológico será imparable. El mirar para otro lado en espera que todo pase, no nos va liberar de los sufrimientos que acontecerán.
El libro de las Revelaciones o Apocalipsis de San Juan nos narra cuatro jinetes. A día de hoy también son cuatro según mí criterio los que nos amenazan con la autodestrucción y por ende el sufrimiento: El cambio climático; La Tecnología sin conciencia; El aumento demográfico versus crecimiento con recursos limitados; La desigualdad social.
El primer jinete: El cambio climático.
“La tierra no es una herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos” proverbio Sioux.
El cambio climático se hace cada vez más evidente, el pasado año 2013 ha sido el año más cálido desde que en 1880 se comenzó a tomar datos. Si vamos más allá de la singularidad y buscamos la tendencia histórica del periodo de 134 años, los diez últimos son en los que hemos soportado temperaturas más elevadas.
En hemisferio norte: este invierno nuestra costa atlántica está sufriendo continuas “ciclogénesis explosivas” con olas superiores a 20 metros de altura. En Gran Bretaña no había llovido tanto desde el 1764. La frecuencia de las borrascas en su latitud ha generado inundaciones con pérdidas económicas elevadas. En la costa del pacifico de EEUU se está sufriendo la peor sequía que se haya producido en un siglo. Por el contrario la costa del atlántico padece nevadas con temperaturas inferiores a los 25 grados centígrados bajo cero.
En el hemisferio sur: Australia sufre altas temperaturas e incendios pavorosos, la zona de las Filipinas ha sufrido el tifón 'Haiyan' de categoría 5, la más alta, dejando tras de sí más de 10.000 muertos y grandes pérdidas materiales fruto de la devastación por vientos superiores a 275 kilómetros por hora.
Para cubrir su demanda y alimentar sobradamente de proteínas de alto valor biológico (lácteos, carne, pescado, huevos) a un tercio de la población mundial que, en la actualidad supera los siete mil millones de habitantes, el primer mundo dispone de una “cabaña” de animales que multiplica por tres a los habitantes del planeta, generando –según estimaciones— 80 millones de Tm/año de gas Metano.
Del deterioro del planeta, los oligarcas que manejan el poder, presos de su codicia, pretenden hacer negocio a futuro comprando vastas extensiones de terreno en África y Latinoamérica, sabedores de que a medio plazo habrá escasez de agua y el precio de las cosechas se elevará ante la escasez de terreno cultivable. La plataforma Land Matrix ya contabiliza 35,64 millones de hectáreas (casi cuatro veces el tamaño de Portugal) acaparadas en el mundo.
Los expertos alertan además sobre los efectos de este fenómeno en la producción global de alimentos. “El cambio climático minará la producción mundial de alimentos, la convertirá en más imprevisible y veremos con mayor frecuencia periodos de escasez. La crisis alimenticia de 2008 es un buen ejemplo. Compañías como Cargil, que controla el negocio del grano, Monsanto [también habría que sumar a Bayer y Basf], primer fabricante de semillas genéticamente modificadas, o Yara, que domina el mercado de los fertilizantes, obtienen ya beneficios récord”.
Además, como señala el periodista McKenzie Funk, quien acaba de publicar Windfall (The Booming Business of Global Warming), “el deshielo en el Ártico abre paso a la explotación de las petroleras” y a nuevas rutas de navegación y comercio, lo cual, a la vez, podría avivar la tensión geopolítica entre los países de la zona.
A día de hoy todos somos conocedores de cuáles son los elementos que generan el cambio climático, los gases de efecto invernadero (GEI) Dióxido de Carbono CO2 y Metano CH4, las preguntas son: ¿Si los tenemos detectados, como causantes de los efectos nocivos para nuestro entorno social, salud y bienestar, si disponemos de medios y tecnología para reducirlos, por qué razón no ponemos remedio?
Y es una obviedad que todos de una manera u otra colaboramos en el deterioro medio ambiental que nos está avocando a padecer las consecuencias de un efecto invernadero, pero no es menos evidente que no todos contaminamos en igual proporción y existe una relación directa entre recursos económicos, tecnológicos, y contaminación.
La energía que en la actualidad precisamos para nuestro desarrollo la obtenemos en un porcentaje no despreciable de combustibles fósiles que generan gases de “efecto invernadero”, pero el coste de esta energía la pagamos todos al mismo precio y no en función de renta per cápita. A mayor consumo energético más contaminamos. Es fácil deducir quien consume más.
Me pregunto: ¿Debería haber una justicia climática, que creara un impuesto medio ambiental en función de la renta, y destinar estos recursos económicos a paliar la “pobreza energética” de la exclusión social? Tomemos como ejemplo las inundaciones recientes en Inglaterra ¿Quién sufraga los gastos de rehabilitación social y económica de los afectados?.
A estas preguntas nuestros políticos dan la callada por respuesta. Vivimos en un mundo en el que impera la Plutocracia, donde el ciudadano de derecho es convertido por verbigracia del deseo en mero consumidor vehemente, eternamente insatisfecho al modificarle con brevedad su anhelo.
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