El Roto
Se nos dice de forma reiterativa que los españoles hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, y que esta crisis es fruto de esa actitud. Yo me pregunto. ¿Si he sido un hombre mesurado (nunca mucho de nada) en mí economía? ¿Si he sido capaz, incluso de ahorrar unos € para posibles imprevistos? ¿Cómo se me acusa de despilfarro? Resulta que como toda respuesta a mis reflexiones el Gobierno nos sube la edad de jubilación, aplica una ley laboral draconiana, el copago farmacéutico, la reducción salarial a los funcionarios, la reducción presupuestaria en sanidad y educación, la subida de IRPF y próximamente—lo niegan, luego confirman— la subida del IVA. Y por si esto fuera poco, cada día mayor angustia con la consabida prima de riesgo —jerga económica— que ya es como de la familia. Todo por el bien de los ciudadanos.
Uno es lego en temas de economía —mí abuela no sabía leer ni escribir y sacó adelante una familia— pero en este como en otros temas la intuición y el sentido común han sido mis guías a la hora de hacerme una idea del estado de la situación. Hoy disponemos la ciudadanía de recursos técnicos y documentales sobre cualquier acontecimiento a la vez que la amplitud de su información nos permite contrastarlos de manera que podamos tomar decisiones más acorde con nuestros principios o intereses. Es cuestionable aducir desconocimiento a la hora de decidir sobre lo que más conviene a nuestros intereses o no, somos “Homo economicus”, a lo sumo un exceso de confianza o a veces nos guía la codicia y ya se sabe, “la avaricia rompe el saco”.
Ser libres implica responsabilidad y compromiso, no cabe aducir ignorancia en la toma de decisiones a la hora de llevar a efecto nuestros actos, ya que ella no nos exime de nuestra responsabilidad moral y social ante la comunidad. Pero no es menos cierto que aquellos que valiéndose de mayor conocimiento inducen al ignorante a participar de un acto lesivo para sí mismo y por ende para la sociedad son aún más responsables.
El estado de la situación
La deuda global o total del Estado Español supera actualmente el 363% del PIB, lo que supone que a cada español tiene contraída una deuda con los acreedores de 89.300 €. Esta cifra tomada en su conjunto es engañosa, puesto que si la desglosamos (privada y pública) porcentualmente en relación al PIB tenemos que la deuda a día de hoy es: La Familiar el 82% del total; La empresarial: Empresas no financieras 134% y Entidades financieras 76% y La Pública el 71%. El montante total de la deuda empresarial es el 292% del PIB Español.
Si repartimos el montante de la deuda pública entre los ciudadanos, deberíamos de abonar 16.584 € a los bancos acreedores. Como podemos apreciar la deuda pública, equivale al 71 % del PIB. La comunidad europea, en su día, acordó como tope máximo de endeudamiento de las arcas de cada Estado miembro de la UE, el 60% del PIB. Nosotros lo sobrepasamos en 11 putos, pero cabe decir que Alemania, Francia y Reino Unido, sobrepasan en más de 30 puntos y no pasa nada.
¿Como si estando el estado español dentro de los márgenes de la deuda pública más óptimos de la UE, tenemos dificultad para obtener créditos? Esto nos avoca a una prima de riesgo cada vez más elevada. La razón no se halla en la deuda pública, la hemos de buscar en la deuda privada y de manera significativa en la concerniente a las empresas. El Banco de Pagos Internacionales (BPI) en Ingles (PIS), que es el banco central de bancos centrales con sede en Basilea (Suiza) ha hecho un estudio reciente sobre el umbral en que la deuda deja de ser motor de desarrollo para convertirse en un estrangulamiento socioeconómico. El informe establece el umbral máximo del % del PIB para los tipos de deuda: Pública 85%; Familiar 85%; Empresarial del 90%.
Si nos atenemos al informe del (PSI) podemos apreciar el desfase de la deuda empresarial que es de 3,24 veces el umbral de tolerancia “Threshold” propuesto en el estudio por la entidad. Ahí radica nuestro problema. Esta situación genera desconfianza en los inversores “especuladores”. De nada ha servido la política económica que proponía el Sr. Rajoy antes de desembarcar en La Moncloa, que con su mera llegada al poder todo se iba a normalizar “programa de economía Vudú” como comenta en su libro “Indecentes” el periodista Ernesto Ekaizer.
Reflexiones
¿Debemos ser solidarios todos con la deuda total? o ¿Deberíamos dejar que cada palo aguante su vela? ¿Hemos de permitir que los logros sociales conseguidos durante estas décadas se pierdan en aras de: los beneficios para mí (la banca) y las deudas compartidas (con el pueblo)? ¿Hemos de tolerar el desmembramiento del estado de bienestar? ¿Es el Gobierno el Estado o una delegación de la ciudadanía? ¿Debe el Gobierno gobernar para el pueblo o para la oligarquía? ¿Austeridad o estafa?
Dicen que el talante de un hombre o de una mujer se distingue antes por sus interrogantes que por sus convicciones, he aquí las mías, aunque también es cierto que la peor manera de convencer a alguien es intentarlo, sobretodo en el ámbito de la moral.
Nota: Los datos macroeconómicos referidos en el artículo son susceptibles de cambios a tenor de los acontecimientos.
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