10/3/10

Tolerancia


A lo largo de nuestra historia hemos dado fe de que si hay algo que nos caracteriza es nuestra pasión a la hora de defender aquello en lo que creemos, sin más valoración que nuestro criterio. Pero este criterio se basa más en las convicciones que en las razones para ello. Por ello, es harto frecuente en nuestra vida social observar como hacemos una defensa numantina de causas que chirrían al confrontarlas a un mínimo juicio racional. Esta actitud se tipifica como  “prejuicio”.

El pasado día 24 de febrero se aprobó en el senado la “LEY ORGÁNICA DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA Y DE LA INTERRUPCIÓN VOLUNTARIA DEL EMBARAZO”. He de confesar que me sentí un tanto molesto por la algarabía de unos y los silencios “hipócritas” de los otros. Me molesta la actitud de los primeros porque, si bien el enunciado aporta conceptos positivos para la salud, el último apartado no dejar de ser una “ley de dolor” aunque justa y necesaria en esta sociedad que nos hemos dado, donde la sexualidad está banalizada. Del silencio de los segundos, secretos y mentiras, aún recuerdo los viajes de fines de semana de las jóvenes pudientes de “compras a Londres con sus “papas”.

Tengo, como no podía ser de otra manera, compañeros y amigos —no la mayoría— que están abiertamente en contra esta ley. Les pueden más sus convicciones religiosas a la hora de emitir un juicio que un dialogo sosegado y reflexivo de la misma sencillamente porque tal vez no se la han leído. Las creencias de fe son todas para mí respetables, pero han de subscribirse al ámbito personal o familiar si cabe, lo que no es ,a mi entender, querer imponer un criterio social basado en una fe; lo que supondría volver a tiempos pretéritos. De todos es conocido que “la democracia” es el menos malo de los sistemas, pero es el más plural . Si somos capaces de crear vías de participación desde la tolerancia desechando los prejuicios, seguramente lograremos que no sean necesarias más “leyes de dolor”.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

En cualquier pais, existen leyes que no nos gustan o en las que no estamos de acuerdo. No por el hecho de que una ley proteja a un sector de la población, lo hace de prática obligatoria al resto. La ley del aborto es una de ellas. Yo personalmente no estoy de acuerdo con el aborto, pero a lo que sí me negaría es que a mi me obligasen a hacerlo. Lo que tienen que hacer los contrarios a esta práctica, es trabajar para que los afectados no lleguen a esta solución. Oponiéndonos frontalmente a este tipo de leyes, lo que se consigue es el efecto contrario.

Emili Monera

Anónimo dijo...

Si, pero el gobierno no regala preservativos, pastillas postoidales, etc..
Lo que hay que educar es en la responsabilidad y si tienes capacidad de tener relaciones sexuales, tomar copas, conducir, drogarte, etc.. Tambien se ha de ser responsable de tus hechos. Y la VIDA es lo mas IMPORTANTE.
Somos mas cultos por lo general y deberiamos ser mas responsables y la vida es un hecho positivo que estamos convirtiendo en al egoistamente negativo.